La natalidad en países como España ha ido cayendo a lo largo de las últimas décadas y eso se traduce en que los hijos únicos han ido ganando terreno poco a poco. Sin embargo un cierto estigma sigue perviviendo, el que ve a estos hijos solitarios como egoístas y malcriados. Un estereotipo que la ciencia ha puesto a prueba.
El mito del hijo único no es nada más que eso, un mito. Al menos eso es lo que las últimas investigaciones en este campo indican: los hijos únicos no muestran diferencias significativas con respecto a quienes tienen hermanos o hermanas.
El estudio realizado por la investigadora Alice Giosis y sus compañeros del Social Research Institute de la University College London (UCL) se basó en tests cognitivos realizados a varias cohortes de británicos a lo largo de 50 años.
Giosis dio cuenta recientemente en un artículo en The Conversation de algunas de las conclusiones de su trabajo. Por ejemplo, comprobaron que los hijos únicos mostraban patrones semejantes a quienes crecieron en una familia de dos hijos. El estudio halló que eran otros los factores externos que tenían la capacidad de afectar al carácter de los hijos, como estado de los padres, situación socioeconómica de la familia.
El equipo responsable del estudio se basó en estudios de cohorte hechos en el Reino Unido. Contaron con datos sobre 5.362 niños nacidos en cuatro cohortes entre 1946 y 2002. Los datos abarcaban numerosas características, no solo sobre el número de personas de las familias de los participantes, también sobre el nivel educativo de los padres y la clase social a la que pertenecían.
Para analizar el grado de desarrollo de los jóvenes, el estudio utilizó los resuntados de tests cognitivos realizados a una edad entre los 10 y los 11 años por estos. Los tests estaban creados para evaluar las habilidades verbales de los niños. El trabajo fue publicado en la revista Population and Development Review.
Otro estudio, éste realizado en 2019 en Nueva Zelanda ofreció resultados mixtos tras analizar una población de más de 20.000 adultos neozelandeses. Este trabajo ofreció resultados mixtos, por ejemplo observando menores niveles de “honestidad-humildad” entre los hijos únicos, a la par que asociándoles una naturaleza más “abierta”. Los autores concluyeron que las creencias sobre hijos únicos resultaban contradictorias con las diferencias observadas.
Todo esto no quiere decir que no existan diferencias entre hijos únicos y aquellos con hermanos, pero estas no responden al mito y a los prejuicios negativos asociados. La psicóloga clínica Linda Blair, explicaba a la cadena británica BBC algunos posibles pros y contras que podían derivarse de crecer sin hermanos.
Por ejemplo, como ventaja mencionaba una mayor facilidad para adquirir destreza lingüística. Al pasar más tiempo relativo entre personas mayores, los hijos únicos podrían ir empapándose del habla de los mayores, desarrollando un vocabulario más amplio. Esto se vería reflejado en una ventaja académica comparados con sus pares con hermanos.
Por otra parte, Blair señala que a los hijos únicos “les falta calle”, la forma de inteligencia “que te permite reconocer rápidamente qué es lo que alguien va a hacer y que realmente no puedes aprender si no convives con gente de una edad similar”.
Blair también explica que, en determinadas circunstancias, cuando las relaciones familiares son disfuncionales, los hermanos pueden ejercer de protectores entre sí frente a otros miembros de la familia.
Finalmente, Blair también explica que, también debido al diferente ratio de interacción con toros niños y adultos, los hijos únicos tienden a ser más organizados mientras que quienes convivieron con hermanos tienen mayor facilidad para sentirse cómodos en el caos.
Una crisis de cuidado
Las posibles diferencias entre hijos únicos e hijos con hermanos dependen mucho del contexto familiar y con ello también del contexto social. El estudio de Giosis se realizó en el Reino Unido a lo largo de un periodo de 50 años y los participantes del segundo de los estudios mencionados eran neozelandeses.
En Suecia la historia es distinta. En este país nórdico la tradición de tener dos hijos por familia se ha mantenido estable, y es habitual que quien no alcance ese umbral es porque no pueda permitírselo financieramente, explicaba Giosis también a la BBC.
Ahí, un estudio realizado por un equipo anglosueco observó que los hijos únicos tendían a sufrir más problemas de salud a lo largo de su vida. También mostraban un mayor índice de mortalidad en su edad adulta. Esta diferencia puede ser explicada precisamente por la desventaja socioeconómica correlacionada.
En España, algunos autores han puesto el foco en otro lugar: los cuidados. En una tribuna en El Confidencial, Héctor García Barnés señalaba cómo los cambios demográficos en España abocaban a las próximas generaciones a una crisis en los cuidados causada porque cada vez hay menos jóvenes para cuidar de cada vez más mayores.
Esto ocurrirá a nivel poblacional, pero también a nivel intrafamiliar. En este sentido, serán los hijos únicos los que se lleven la mayor carga.
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La noticia ¿Son los hijos únicos tan distintos? Esto es lo que dice la ciencia fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .