Hemos mirado los datos de los últimos 30 años para saber si la música se está tiktokizando. La respuesta es rotunda

Hemos mirado los datos de los últimos 30 años para saber si la música se está tiktokizando. La respuesta es rotunda

Es posible que usted, estimado lector, haya notado que según ha pasado de escuchar música en vinilos a hacerlo en casettes, CD’s y MP3 para acabar en los brazos del streaming, las canciones parecen durar cada vez menos. Y si es usted especialmente observador, quizás también haya percibido que los estribillos cada vez llegan más temprano.

Nosotros también lo hemos notado. Nos hemos puesto a tirar de datos para corroborarlo.

Está usted en lo cierto.

El streaming incentiva lo breve

Para este artículo hemos tomado las cien canciones que forman el Top 100 de Billboard en cuatro años seleccionados: 2022, el último año natural completo, y cinco saltos de diez años hacia atrás. A partir de ahí hemos registrado la duración de todas esas canciones y hemos hecho un pequeño análisis sobre esas duración en función de cada año.

Para el resto del artículo nos hemos centrado en los últimos cuatro rankings (1992-2022) para facilitar la legibilidad de los datos. En la década de los setenta y ochenta vimos un aumento de las duraciones propiciado por el éxito de géneros más pesados (hard rock, rock progresivo, opera rock…). A partir de ahí, la tendencia bajista que llevamos tres décadas arrastrando por distintos factores, pero acentuada en estos últimos años.

En primer lugar, un dato revelador: el promedio de las canciones del Billboard Hot 100 no ha dejado de caer. A principios de los noventa superaba los cuatro minutos y medio (272 segundos). A partir de ahí fue cayendo hasta no llegar ni a los cuatro minutos y medio (199 segundos).

Esto no es casualidad y tiene que ver con cómo el paso a la música por streaming ha cambiado los incentivos para los músicos y toda su industria. Por ejemplo, con el pago por reproducción: Spotify cuenta como reproducción cada escucha superior a los 30 segundos.

Si a un artista le cuesta, en promedio, diez horas de trabajo cada minuto de una canción, por dar cifras redondas y sabiendo que la realidad es más compleja, podrá sentirse tentado a crear tres canciones de tres minutos en lugar de dos de cuatro minutos y medio. Le costará aproximadamente el mismo esfuerzo, pero tendrá una pieza más que monetizar.

Luego están los algoritmos de las plataformas de streaming, que premian las canciones que son escuchadas en su totalidad, una forma de tener a la gente ocupada escuchando música con un menor número de saltos, lo que deriva en menos royalties que pagar, la clave que decide si Spotify es rentable como empresa o no.

Además, los estribillos suelen llegar más temprano, fruto de nuestra menguante capacidad de atención y lo fácil que nos resulta cambiar de estímulo cuando el presente nos resulta insatisfactorio. Los vídeos cortos han cambiado la forma en que las películas cuentan historias, y la suscripción por tarifa plana a una infinidad de música nos ha dado una mecha corta para pulsar el botón ‘siguiente canción’.

Y hay otra explicación para el auge del estribillo temprano: es lo que suele acabar en TikTok, un actor muy importante para el descubrimiento musical, pero no por reproducir canciones completas, sino solo los fragmentos más pegadizos, como recoge un análisis de la propia Billboard. Será más fácil querer compartirlos si se han escuchado antes, para lo cual vamos al punto anterior: han de llegar temprano. O eso, o corren el riesgo de no llegar a ser escuchados.

Esto ha derivado en que las canciones muy cortas, que antes eran residuales, hoy son una costumbre cada vez más extendida. En el Hot 100 de Billboard del año pasado hay 37 canciones inferiores a tres minutos, la barrera psicológica mínima. En los de 2012, 2002 y 1992 había el mismo número de temas con esta duración: tan solo dos.

Uno diría que en ocasiones incluso se lleva la canción más allá del minuto y medio por mantener unos mínimos, y hay incluso quien se lo salta. Fue lo que hizo el rapero Lil Yachty con la canción ‘Poland‘, estrenada a finales de 2022. Dura menos de un minuto y medio.

En el otro lado de la balanza, honrosísimas excepciones como la cantante (un momento, que me pongo en pie) Taylor Swift, que colocó una canción de más de diez minutos, ‘All Too Well‘, en el Hot 100 del año pasado.

Pero son eso, excepciones. Las canciones no ya de diez, sino simplemente superiores a los cuatro minutos, han pasado de ser casi tres cuartas partes del ranking a apenas superar el 10%.

Y si subimos el listón hasta los cinco minutos, de las 24 canciones que estaban en el ranking en 1992 hemos pasado a solo dos.

Y en estas estamos: más canciones que antes, pero más cortas, estribillos más tempranos que propicien ser descubiertos y compartidos para obtener el círculo virtuoso: me descubren por TikTok, me escuchan en Spotify. Y en el tiempo que antes sacaba diez canciones ahora saco quince.

Nos despedimos con la tabla que incluye todas las canciones usadas para este artículo.

En Xataka | El streaming ha salvado a la industria de la música. Pero sólo a algunos géneros concretos, y el jazz no es uno de ellos.

Imagen destacada | Xataka con Midjourney.


La noticia Hemos mirado los datos de los últimos 30 años para saber si la música se está tiktokizando. La respuesta es rotunda fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

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