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1.300 personas deambulando por la Tierra: hace 900.000 años la humanidad estuvo a punto de extinguirse

1.300 personas deambulando por la Tierra: hace 900.000 años la humanidad estuvo a punto de extinguirse

Si tú, yo, el vecino del quinto, tu jefa y el resto de las 7.900 millones de personas que conformamos esta enorme familia llamada humanidad estamos aquí, ahora, recuperándonos de las vacaciones de verano, se lo debemos en gran medida a un grupo de poco más de 1.200 personas que vivieron hace cientos de miles de años. Exacto: un puñado de ancestros tan reducido que no daría ni para llenar el Teatro Real de Madrid. Quizás suene delirante, pero esa es la idea que han dejado botando un grupo de científicos tras bucear en la histórica genética.

Su trabajo lo ha recogido Science y el escenario que plantea es fascinante: hace unos 900.000 la humanidad afrontó un cuello de botella demográfico crítico.

¿Un cuello de botella Así es. Lo que plantean los investigadores es que hace 930.000 años nuestros antepasados afrontaron un “cuello de botella demográfico” que se prolongó casi 120.000 y redujo el linaje humano a mínimos, con algo menos de 1.300 individuos dotados de capacidad reproductora. La cifra es tan minúscula que, como recoge el artículo que acaba de publicar la revista Science basándose en su trabajo, “llevó a nuestros ancestros al borde de la extinción”. Para hacernos una idea de qué significa, WWF calcula que en 2015 había unos 1.800 osos pandas en libertad y los últimos recuentos de lince ibérico sitúan su censo en 1.668.

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Gráfico que muestra el “cuello de botella” de la población humana y la dispersión fuera de África.

¿Y qué supuso ese fenómeno? Lo explican con claridad el Instituto de Nutrición y Salud de Shanghái (SINH) y la Università degli Studi Firenza (UNFI), donde trabajan algunos de los científicos que participaron en el estudio. Durante ese “cuello de botella”, que se extendió hace entre 930.000 y 813.000 años, la población de nuestros antepasado se redujo alrededor de un 98,7% hasta verse reducida a 1.280 individuos reproductores. Con todo lo que algo así implica.

Se calcula que el 65,85% de la diversidad genética actual puede haberse perdido debido al cuello de botella a principios y mediados del Pleistoceno, y el prolongado periodo de número mínimo de individuos reproductores amenazó a la humanidad tal y como la conocemos hoy”, explican los expertos de el SINH, y recalcan: lo sucedido “casi aniquiló la posibilidad de la humanidad como la conocemos”.

¿Cómo han llegado a esa conclusión? Gracias a un nuevo método bioinformático, una estrategia de análisis llamada FitCoal y que básicamente permite proyectar hacia el pasado la variación genética humana actual. De esa forma los científicos pueden estimar el tamaño de las poblaciones en momentos específicos de la historia. Lo más curioso es que para realizar sus cálculos los investigadores necesitaron una muestra relativamente reducida.

Les bastó con examinar las secuencias genómicas de 3.154 individuos actuales que pertenecen a medio centenar de poblaciones distintas. Luego combinaron los datos con información paleoambiental y paleoantropológica que les permitió remontar su rastreo a períodos prehistóricos anteriores al surgimiento de nuestra especie.

¿Sorprendente? Sí. Y no. Sus conclusiones son llamativas, pero encajan en cierto modo con algo que ya habían observado antes los científicos: una “laguna inexplicable” de pruebas paleoantropológicas en el continente africano y Eurasia que se extendió cientos de miles de años, en una horquilla que se prolongó desde hace 950.000 a 650.000 años. A partir de ese momento el registro vuelve a aumentar con hallazgos atribuidos a menudo al Homo heidelbergensis.

“La brecha en los registros fósiles de África y Eurasia puede explicarse por este cuello de botella en la Edad de Piedra temprana —comenta Giorgio Manzi, de la Universidad de Roma La Sapienza y uno de los coautores del estudio—. Coincide con el período propuesto de pérdida significativa de pruebas fósiles”.

¿Cuáles fueron las causas? Los investigadores creen que el motivo principal fueron los “cambios climáticos drásticos” que se vivieron durante la transición al Pleistoceno medio, con oscilaciones en las temperaturas y sequías que pudieron mermar las especies que los humanos ancestrales usaban para alimentarse.

“Hace un millón de años los ciclos glaciares e interglaciares se expandieron, provocando condiciones de extrema aridez en África y la extinción de comunidades enteras de grandes mamíferos”, señalan desde la Universidad de Florencia: “Estas condiciones climáticas y ambientales adversas hicieron extremadamente difícil la supervivencia para nuestros antepasados, llevándolos al borde de la extinción”.

¿Por qué es tan importante? Por lo que nos cuenta sobre el linaje de la humanidad y nuestros ancestros. Y eso va más allá de las cifras que haya dejado el cuello de botella, por más chocantes y críticas que resulten. “Este periodo de crisis demográfica puede haber desempeñado un rol crucial en la evolución humana —abunda Manzi—. En un cuello de botella, los equilibrios ecológicos y genéticos normales se alteran, lo que aumenta la probabilidad de que se fijen variantes genéticas inesperadas, contribuyendo a la aparición de una nueva especie”.

Y esa nueva especie fue probablemente el Homo heidelbergensis, aclara el doctor Fabio Di Vincenzo, de la Universidad de Florencia, el que puede considerase como “verdadero último antepasado común, es decir, la forma humana que se extendió de África a Eurasia, dando lugar a la evolución de tres especies diferentes: Homo sapiens en África, Neandertales en Europa y Denisova en Asia”.

¿Son todo certezas? No. De hecho resulta elocuente que la propia Science recurra a los interrogantes para titular su artículo —”¿Nuestros antepasados casi se extinguieron?”— y los autores de la investigación reconocen que, más allá de sus conclusiones, el estudio deja botando otras cuestiones aún por responder.

“El hallazgo evoca muchas preguntas, como los lugares donde vivían estos individuos, cómo superaron los catastróficos cambios de clima y si la selección natural durante el cuello de botella aceleró la evolución del cerebro humano”, explica Yi-Hsuan PAN, coautor y genómico de la Universidad Normal de China Oriental. Una de las grandes cuestiones pendiente de esclarecer es en qué medida el control del fuego y los cambios en el clima que propiciaron condiciones más cómodas que favorecieron un aumento de la población hace 813.000 años.

¿Lo ven todos igual? La respuesta vuelve a ser negativa. “Estos hallazgos son solo el principio. Los objetivos futuros con estos conocimientos son esbozar una imagen más completa de la evolución humana durante este periodo de transición del Pleistoceno temprano al medio” reivindica Li Haipeng, de la SINH-CAS. Otros expertos ven el estudio con cautela o escepticismo. “Igual que el vacío de fósiles se puede explicar por ese cuello de botella, podría explicarse porque se encuentran menos fósiles por una cuestión de vulcanismo o de sedimentación”, señala a El País Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

Imagen de portada: Nikhil Singh (Unsplash) y SINH

En Xataka: Ya sabemos dónde se originó la humanidad: en la coordenada 19.4N, 33.7E (aproximadamente)


La noticia 1.300 personas deambulando por la Tierra: hace 900.000 años la humanidad estuvo a punto de extinguirse fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .

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La industria necesita encontrar tierras raras más allá de China. Vietnam se presenta como un buen candidato

La industria necesita encontrar tierras raras más allá de China. Vietnam se presenta como un buen candidato

Que China domine el lucrativo mapa de las tierras raras no significa que esté solo. En el tablero global hay otras potencias ricas en recursos clave para la automoción o la “revolución verde”, como Brasil, Rusia, India, Australia, EEUU o, lindando por el sur con el gigante asiático, Vietnam. Los datos de Statista muestran la nación del sudeste asiático acoge 22 millones de toneladas métricas, un volumen de reservas superado solo por la propia China. De lo que sí disfrutan en Hanói ahora mismo es de un rol geopolítico más cómodo que en Pekín, con valiosos acuerdos de libre comercio y una ventajosa posición estratégica entre China y los EEUU.

Las empresas lo saben. Y ya han movido ficha.

¿Qué ha pasado? La noticia la avanza Reuters: dos empresas del sector de los imanes de tierras raras con sede en Corea del Sur y China están a punto de abrir fábricas en Vietnam para diversificar su cadena de suministros y reforzar de paso su posición fuera del gigante asiático. Una de las firmas es Star Group Industrial (SGI), la otra Baotou INST Magnetic. La primera, coreana, tiene sobre la mesa un proyecto en tierras vietnamitas con el que aspira a producir unas 5.000 tn anuales de imanes de neodimio de alta gama (NdFeB) para 2025. La segunda, INST, comenzará a operar en breve una planta alquilada en el norte de Vietnam.

¿Cómo serán las instalaciones? De momento no han trascendido grandes detalles. Reuters precisa que la planta de SGI jugará un papel clave en la estructura de la empresa: con una producción de cerca de 5.000 toneladas anuales de NdFeB, generaría suficientes para dos millones de coches eléctricos y casi permitiría a la compañía duplicar su producción actual, que gracias a sus instalaciones de Corea y China llega a las 3.000 tn al año. La compañía estaría invirtiendo 80 millones de dólares en su nueva factoría de Vietnam para que arranque ya en 2024.

En cuanto a Baotou INST Magnetic, su nueva planta, para la que logró en junio autorización local, se situará en el norte de Vietnam. Su inversión inicial sería de solo unos cuantos millones de dólares, pero la empresa —siempre según Reuters— estaría valorando una segunda fase para construir su propia factoría.

¿Por qué es importante? Si la noticia ha saltado a los medios se explica en parte por el rol de las propias empresas. Al fin y al cabo SGI suministra imanes al fabricante vietnamita VinFast y a la coreana Hyundai Motor y INST se convirtió en 2021 en proveedor de Apple. Más allá de quién o cómo actúa importa el cuándo, el trasfondo: ambas compañías se han decidido abrir instalaciones en Vietnam en un escenario marcado por las tensiones entre China y EEUU, amenazas y restricciones comerciales, un telón de fondo que ya ha llevado a otras empresas tecnológicas a tantear opciones más allá de China. Algunos países, como la vecina India, incluso han lanzado medidas para aprovecharse de ese nuevo escenario.

Con el recuerdo reciente aún de la pandemia y los efectos de la estricta política “COVID Zero” aplicada por Pekín, lo que buscan las compañías es diversificar sus cadenas de suministros más allá del gigante asiático, un paso que demandarían los propios clientes ante el clima de tensión entre EEUU y China.

Informe sobre tierras raras del USGS.

¿Y por qué Vietnam? Quizás no llegue al nivel de reservas de tierras raras de China, ni tampoco disfrute de su indiscutible dominio en la cadena de producción o el sector de los imanes —claves para la fabricación de coches eléctricos, turbinas, armas o smartphones— pero desde luego Vietnam es un actor destacado del sector. Statista calcula que el país maneja una reserva de 22 millones de tn métricas, por encima de Brasil o Rusia —cada una con 21 millones— o India, que suma 4,2. La única nación que la supera en yacimientos es China, con 44 millones.

Vietnam acoge además una incipiente industria de procesamiento y a lo largo de los últimos ha multiplicado su producción minera de tierras raras. Hace apenas un mes trascendía que el país aspira a aumentar su producción hasta llegar en 2030 a los 2,02 millones de tn de minerales sin procesar anuales. El Servicio Geológico de EEUU (USGS) calcula que la producción vietnamita de tierras raras ha crecido de forma exponencial: de 400 tn en 2021 a 4.300 el año pasado. Para 2050 quiere una producción anual de entre 40.000 y 80.000 tn de óxidos de tierras raras.

¿Hay más? Sí. Vietnam resulta atractiva también por sus costes laborales, sus acuerdos comerciales y la presencia de fabricantes del sector de la automoción y la electrónica. Su potencial ha atraído ya por ejemplo a Corea del Sur. Hace apenas dos meses los presidentes de ambos países, Vao Van Thuong y Yoon Suk Yeol, se reunieron durante una visita institucional que se saldó con un anuncio relevante: las dos naciones firmaron un memorándum: de 400 toneladas en 2021 a 4.300 el año pasado. Para mediados de este mismo siglo quiere una producción anual de entre 40.000 y 80.000 toneladas de óxidos de tierras raras REO.

¿Es un reto sencillo? En el camino a la diversificación de la cadena de suministro y la apuesta por Vietnam hay desafíos importantes. Al margen de su potencial minero o lo que haya podido avanzar en el pasado, el dominio de China en el sector sigue siendo indiscutible. Según la firma Adamas Intelligence, Vietnam produce apenas el 1% de los imanes del mundo, a una distancia abismal de China. Más allá de lo difícil que pueda resultar agrietar el dominio de Pekín en la producción y procesamiento, el terreno geopolítico es también complejo.

A lo largo de los últimos meses EEUU ha intentado reforzar sus relaciones con Hanoi y el propio Joe Biden anunciaba hace poco que viajará en septiembre al país asiático para reunirse con su máxima autoridad, Ngyuen Phu Trong, e impulsar la cooperación bilateral, pero los vínculos entre Vietnam y Pekín resultan igualmente cruciales. De hecho en primavera el primer ministro chino incidía en la necesidad de preservar las “relaciones de vecindad” y “seguir tomando medidas para impular la estabilidad y prosperidad en Asia-Pacífico”. “Los intentos de EEUU de mejorar las relaciones con Vietnam sembrando la discordia de Pelín y Hanoi son una quimera”, titulaba una de sus crónicas el diario chino Global Times en junio.

Imagen de portada: Tron Le (Unsplash)

En Xataka: Estamos buscando tierras raras en lugares remotos, pero el gran desafío es otro: aprender a reciclarlas


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La Antártida no tiene residentes permanentes. Y de forma inverosímil ha desarrollado su propio acento

La Antártida no tiene residentes permanentes. Y de forma inverosímil ha desarrollado su propio acento

La Antártida no tiene residentes permanentes. Pero sí acento. Para ser más precisos tiene un número enorme de acentos potenciales, formas de hablar que nacen, toman forma y maduran allí, en las gélidas y remotas regiones del Polo Sur. Hace algunos años de hecho un grupo de investigadores de la Universidad Ludwig-Maximilians de Múnich (LMU) documentó cómo surgía una manera de hablar que no dudaron en catalogar como “un acento común” antártico. Tal vez parezca una contradicción, un sinsentido, pero lograron medir el fenómeno de forma clara. Y lo mejor de todo es que dice mucho sobre la forma en cómo nos expresamos.

La pregunta que deja botando es… ¿Habrá un acento marciano?

La Antártida, tierra de experimentos. Eso es lo que debieron de pensar en 2017 el profeso de fonética Jonathan Harrington y el resto de sus colegas de LMU cuando se enteraron de que había un grupo de expedicionarios preparándose para partir hacia la British Antártida Survey (BAS), en la Antártida, donde convivirían 26 personas durante varios meses. Al saber las condiciones y el aislamiento al que estarían sometidos, Harrington y sus compañeros se plantearon una pregunta tan sencilla como sugerente: ¿Afectaría esa estancia en su forma de expresarse?

Dado que las personas nos influimos mutuamente como hablantes e incluso nos imitamos las unas a las otras en el uso del idioma, al expresarnos o al pronunciar palabras, ¿qué efecto tendría sobre ese grupo una experiencia tan peculiar como la que iban a afrontar en la Antártida, aisladas y expuestas a un número de hablantes muy reducido? ¿Cambiaría sus acentos durante su estancia en el Polo Sur?

¿Y qué hicieron? De las 26 personas, “winterers“, como las designa el estudio, Harrington y sus colegas se quedaron únicamente con 11 que estarían disponibles para participar en la investigación durante meses: ocho habían nacido y crecido en diferentes puntos de Reino Unido, una procedía del noroeste de Estados Unidos y las dos restantes tenían como primer idioma el alemán e islandés. Que los orígenes fueran tan diversos resultaba crucial porque influía en el acento. Sus dedicaciones también eran variadas e incluían profesiones como la de cocinero, electricista, médico, ingeniero, mecánico, fontanero o científicos y personas de apoyo.

Lo que Harrington les pidió era bastante sencillo. Quería que hablasen. Y se esperaba que interactuasen además en la BAS, comiendo juntos y compartiendo provisiones. Con esa premisa clara, equipo del LMU los grabó de forma individual antes de su partida hacia la Antártida, en septiembre de 2017, cuando los 11 sujetos habían tenido aún un contacto mínimo entre sí, y luego volvió a tomar grabaciones cada seis semanas durante su estancia en la base, entre marzo y agosto de 2018. Cada sesión duraba 10 minutos, periodo durante el que los voluntarios leían una lista con 29 palabras en inglés, como “head”, “had”, “hard” o “hoard”.

Dime a quién escuchas… Y te diré cómo hablas. Esa parece ser una de las conclusiones que se desprenden del peculiar experimento de Harrington. Poco a poco los investigadores de LMU apreciaron signos de un acento incipiente, una forma de hablar ligeramente distinta a la que tenían antes de pisar el Polo Sur.

“Se descubrió que los individuos desarrollaron las primeras etapas de un acento común en la Antártida”, recoge el artículo que publicaron en la revista The Journal of the Society of America: “Los hallazgos sugieren que los atributos fonéticos de un acento hablado en sus etapas iniciales emergen a través de interacciones entre individuos que hacen que la producción del habla se actualice gradualmente”.

¿Y qué apreciaron? Cambios. Cambios sutiles, leves y difíciles de identificar para un oído no entrenado, pero desde luego reveladores si se tiene en cuenta que el experimento duró  solo unos meses. “No se pueden escuchar bien las diferencias porque son muy pequeñas, pero puedes medirlas”, reconoce Harrington a Atlas Obscura. Para su análisis los expertos emplearon un modelo computacional que les ayudó incluso a predecir los cambios esperables entre los 11 voluntarios.

Sutil, pero claro. Los expertos apreciaron dos grandes cambios fonéticos. El primero fue que el grupo preció desarrollar una “innovación”, al pronunciar “una /ou/ fonéticamente más frontal” que antes de su paso por el Polo Sur. El segundo fue una “convergencia” entre los hablantes, de manera que las diferencias que mostraban al usar las otras vocales antes de convivir parecieron diluirse.

Quizás parezca sencillo, pero no lo es: el estudio muestra el desarrollo de un nuevo acento puede no basarse solo  en ese proceso de “convergencia hacia un promedio grupal” y que los cambios no tienen que explicarse de forma necesaria con cómo hablaban los participantes en el estudio antes de interactuar entre sí.

La Antártida… y más allá. El experimento del LMU es interesante por sus conclusiones, pero sobre todo por lo que nos muestra sobre la forma en que nos influimos como hablantes. Al fin y al cabo, como recalca el estudio de The Journal of The Acoustical Society, su investigación deja solo una pincelada muy marcada por los 11 sujetos que participaron en el experimento y el hecho de que entre los voluntarios hubiese dos “hablantes atípicos” de inglés: una persona habituada a expresarse en alemán y otra que emplease el “inglés general americano”.

“Ni los cambios ni las predicciones son necesariamente representativos del desarrollo del acento en toda la comunidad de la Antártida, ni de comunidades como las que debido a la colonización en siglos anteriores permanecieran aisladas durante un largo período de tiempo”, recogen los investigadores. Sus conclusiones en la Antártida, un lugar remoto, sin residentes permanentes y donde el número de científicos oscila a lo largo del año entre el millar del invierno y los 5.000 del verano, ya llevan a algunos a plantearse una nueva pregunta.

¿Acentos extraterrestres? Exacto.  Si hemos apreciado el fenómeno en la Antártida… ¿Por qué no en las colonias que quizás algún día lleguen a fijarse fuera de la Tierra ¿Veremos el nacimiento de uno o varios acentos propios de la Luna o incluso del planeta rojo? “El estudio muestra que si aíslas un grupo de individuos empezarán a mostrar los inicios de un nuevo acento hablado cuya forma depende en gran medida de las características del acento de los hablantes que entraron en la mezcla”, reconoce Harrington a IFL Science: “Esperaríamos que sucediera lo mismo si los astronautas alguna vez fueran a una misión a Marte”.

Imágenes: Cassie Matias (Unsplash)

En Xataka: La Antártida parecía estar librándose de lo peor del deshielo. En solo un año ha perdido una extensión comparable a Argentina


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Los relámpagos del Catatumbo: un monstruoso fenómeno capaz de generar energía para iluminar 100 millones de bombillas

Los relámpagos del Catatumbo: un monstruoso fenómeno capaz de generar energía para iluminar 100 millones de bombillas

El tiempo está loco y no es casualidad. Hay eventos meteorológicos más o menos cíclicos o bien repentinos que se pueden achacar al cambio climático, pero existe un fenómeno meteorológico que se da de manera local, asociado a la cuenca del lago de Maracaibo (Venezuela), y que consiste en una descarga brutal y continuada de truenos y relámpagos.

La asociación a ese lugar evidentemente no es casual: como ocurre con otros fenómenos meteorológicos, la orografía del área es determinante, concretamente por las cordilleras y la proximidad al Caribe. Ocurre de manera recurrente durante el año, especialmente entre los meses de abril y noviembre, y lo apodan “fábrica de ozono” (aunque el destino final del gas puede no ser el que pensemos).


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