Redonda es algo más que una pequeña isla deshabitada de las Antillas, en el Mar del Caribe. A día de hoy representa también una enorme lección medioambiental que nos habla de hasta qué punto los humanos podemos influir en los ecosistemas que nos rodean. Para bien. Y para mal. Hace tiempo nos encargamos de destruir la rica biodiversidad del islote hasta convertirlo casi en un páramo en el que las ratas campaban a sus anchas. Ahora, gracias a los esfuerzos de los ecologistas, Redonda ha recuperado su aspecto original, el de un rico paraíso de vida silvestre.
Uno, claro está, sin la presencia de voraces roedores.
Un poco de historia.Quizás no sea muy conocida, ni amplia, pero Redonda es una isla con historia. Cristóbal Colón la documentó en 1493, durante su segundo viaje a América, y hay constancia de un desembarco allí en 1687. Aunque el islote es pequeño —no llega a los 1,7 kilómetros de largo por 0,5 de ancho—, se alza sobre acantilados escarpados y no resulta sencillo acceder a él, su potencial económico no tardó en despertar el interés de los comerciantes. La razón: aquella “roca” verde resultó ser una generosa mina de guano. Eso es, excrementos de aves.
Quizás dicho así no suene muy prometedor, pero este material es rico en nitrógeno, oxalato amónico, fósforo y fosfatos, lo que lo convierte en un recurso especialmente valioso. Cuando quedó claro su enorme potencial como fertilizante o incluso el provecho que podía sacarse para la pólvora, Redonda se convirtió en una valiosa fuente de recursos. Buena prueba es que en el XIX Gran Bretaña decidió volcarse en su explotación: en 1869 estableció la Redonda Phosphate Company, que empleaba a más de cien operarios para extraer fosfato. Durante su apogeo, se calcula que la isla producía entre 3.000 y 4.000 toneladas anuales.
Imagen de la costa oeste de Redonda en 2011.
Una “huella” demoledora. Los trabajos mineros en la isla se prolongaron varias décadas, pero para principios del siglo XX se decidió que ya no resultaban rentables. El escenario que abría la Primera Guerra Mundial, los ataques a navíos mercantes, los cambios comerciales y el huracán que azotó la zona en 1929 provocaron que la isla se quedase sin su asentamiento de colonos.
Que los humanos desaparecieran no significaba, eso sí, que lo hiciera su huella, recuerda Earth Island Journal. Junto a los mineros habían llegado a la isla otros moradores que siguieron más allá de 1930: cabras criadas en su día para alimentar a los trabajadores y ratas, ratas negras que viajaban como polizonas en los barcos.
¿Importa eso? Y tanto. Libres de humanos, unas y otras tomaron la isla y se expandieron con libertad, algo que no sentó especialmente bien a Redonda. Lo que tiempo atrás había sido un paraíso virgen, con una rica biodiversidad y hogar de iguanas, búhos y miles de aves, pasó a convertirse en un erial por influencia de los colonos humanos y su legado. Las cabras y ratas se dedicaron a devorar plantas y especies endémicas hasta que Redonda quedó reducido a un pedregal. No hace falta imaginárselo. Conservamos fotos que la muestran pelada, gris.
La situación llegó a ser tan dramática que la CNN asegura que las aves dejaron de anidar, hubo cabras que perecieron de hambre y el islote empezó a desmoronarse. Al perder su vegetación, las rocas se deslizaron hacia el mar, lo que afectó a su vez al ecosistema submarino. “No podía creerme lo degradada que estaba”, confesaba en 2017 Sophia Punnet-Steele al recordar su primera visita al islote caribeño.
Reparando el daño. Eso es lo que se propusieron un grupos ecologistas como Environmental Awareness Group (EAG) o Fauna & Flora International (FFI), a la que pertenece Punnet-Steele. En 2016 trazaron un plan ambicioso y afrontaron dos grandes tareas que aspiraban a revertir lo que habían hecho los antiguos colonos europeos: capturar las cabras y erradicar las ratas. No resultó sencillo.
Los expertos tuvieron que lidiar con la complicada orografía de Redonda, capturar y sacar las cabras de la isla y acampar durante meses con el propósito de repartir cebos para ratas. Johnella Bradshaw, de EAG, explica a la CNN que antes de su campaña el islote acogía aproximadamente 6.000 roedores y 60 cabras.
¿Cuál fue el resultado? Sorprendente. En 2018 la isla se declaró libre de ratas y durante los últimos años ha experimentado una regeneración espectacular. Tanto, que el Gobierno de Antigua y Barbuda —país en el que se enmarca Redonda— ha decidido declarar zonas protegidas tanto el islote como el océano que la rodea.
El área protegida abarca 30.000 hectáreas de tierra y mar e incluye también las praderas marinas y un extenso arrecife de coral de 180 km2. Un paso valioso para conseguir uno de los grandes objetivos de los ecologistas, explica Bradshaw: convertir a Redonda en un “faro” que inspire a otras naciones insulares.
¿Qué dicen los datos? El islote caribeño está todavía en una fase inicial de su recuperación y las autoridades se plantean ya medidas para evitar que las ratas o incluso semillas de especies invasoras puedan enturbiar su recuperación, pero sus resultados ya son impresionantes. Los ecologistas han visto cómo 15 especies de aves regresaban a la isla, se recuperaban los lagartos endémicos y la población de dragón de tierra de Redonda se disparaba hasta multiplicarse por 13 desde 2017. En cuanto a la biomasa, estiman que ha aumentado en más de un 2.000%.
La clave: no tocar nada. Esa es la idea en la que incide Bradshaw. Al menos hasta ahora los ecologistas se han limitado a retirar las especies invasoras que más daño estaban causando a la isla y, simplemente, sentarse a ver cómo su ecosistema se regeneraba poco a poco. “Hasta la fecha no hemos plantado nada, no hemos reintroducido ninguna especie. Simplemente eliminados las ratas y cabras”.
“La isla se ha transformado ante nuestros ojos”, celebra el ecologista de EAG: “Estamos consiguiendo vegetación. Los pájaros vienen, comen y echan semillas. Vemos cómo crecen árboles diferentes que invitan a venir a más pájaros”.
¿Un caso único? El de Redonda es un ejemplo de éxito en la regeneración de ecosistemas y de algo más: la complicada tarea de combatir las plagas de ratas en zonas en las que se expanden como especies invasoras, un problema que se da en otras latitudes y está bien estudiado. “Desde las islas subárticas y subantárticas hasta los trópicos se han catalogado casos de extinción o reducción grave del número de especies autóctonas como consecuencia de las invasiones de ratas”, explican Grant A. Harper y Nancy Bunbury en un artículo sobre las conocidas como ratas de barco y de muelle publicado en Global Ecology Conservation.
La isla de Antigua y Barbuda no es la primera en lograrlo. Hace años consiguió algo similar Georgia del Sur, un archipiélago de las Antillas del Sur que desplegó una campaña de más de 10 millones de dólares para exterminar roedores invasores y preservar sus aves. Tampoco lo tuvo fácil. Además de una inversión considerable, sus responsables trabajaron durante años y desplegar miles de dispositivos para eliminar ratas. A su favor jugaron con la dura climatología del pequeño islote.
Quizás no alcance la altura del Burj Khalifa o la futura torre Jeddah en la que trabaja Arabia Saudí, pero una vez esté construido el edificio C6 se convertirá en un rascacielos único. Y por dos razones. Su altura y sobre todo el material que le dará forma. A diferencia de otras grandes construcciones repartidas por el mundo, esta nueva estructura proyectada en Australia no se levantará solo con acero, ladrillo, hormigón o cristal. Aunque incluirá también esos elementos una parte clave de su estructura estará formada por otro componente: la madera.
De hecho se presenta ya como la torre más alta de su tipo.
¿Qué ha pasado? Que Australia quiere acoger la torre de madera más alta levantada hasta la fecha, el C6. El proyecto no es del todo nuevo. Hace año y medio sus impulsores compartían ya sus planes de erigir un rascacielos “híbrido” al sur de Perth, la capital de Australia Occidental, uno en el que la madera desempeñaría un papel fundamental. ¿Cuál? Entonces se apuntaba al uso de 7.400 metros cúbicos de este material, un volumen que representaría cerca del 42% del enorme bloque. En cuanto a la altura, en su web la compañía hablaba de 186,5 metros. En New Atlas apuntaban algo menos, 183 m, el dato facilitado por Fraser & Partners.
Ahora el proyecto ha vuelto a ser noticia por un avance importante para su desarrollo: el JDAP, un organismo encargado de deliberar sobre promociones de cierto calibre en Perth, le ha dado su plácet. De la noticia se han hecho eco medios como The Guardian, CNN o la web especializada Archinect y todos coinciden en el mismo dato: el edificio alcanzará los 191,2 m de altura, lo que lo convertirá en el mayor de su tipo.
¿Cómo será el edificio? Su principal característica será la naturaleza “híbrida”, por su mezcla de materiales, y el importante papel que desempeñará la madera en su estructura. C6 incorporará columnas y un núcleo de hormigón armado, además de un “esqueleto” de acero, pero una parte muy significativa de su fisionomía, alrededor del 42%, lo representará la madera usada por los operarios.
En la construcción se emplearán diferente tipos, como madera en masa (mass timber) o contralaminada. Gracias a esa apuesta la promotora podrá reducir el uso de otros materiales. Fraser & Partners calcula que necesitará un 45% menos de hormigón que un edificio tradicional con una escala similar. Entre otros usos, la madera se utilizará en vigas, paneles, montantes y el revestimiento de la torre.
¿Y qué esperar a partir de ahora El arquitecto y director de Fraser & Parteners, Reade Dixon, apunta que el proyecto aún no tiene un calendario definido, pero sí han trascendido algunas pinceladas valiosas: incluirá más de 200 apartamentos de hasta cuatro habitaciones que se distribuirán por medio centenar de plantas y el bloque incluirá una amplia azotea. Detrás del proyecto está la firma de inversión Grande Development, que en su descripción llega a asegurar incluso que los residentes tendrán acceso a una flota de 80 vehículos eléctricos Tesla.
Si de algo presumen los impulsores de C6 es sin embargo de su enfoque sostenible. “El primer proyecto de construcción con emisiones de carbono negativas en Australia Occidental se convertirá en la torre residencial de madera híbrida más alta del mundo”, destacan los promotores, que van incluso un paso más allá. Según sus cálculos, dar forma al rascacielos exigirá 580 pinos que saldrán de bosques gestionados de forma sostenible. “Lo más impresionante es que toda la madera consumida en este edificio volverá a crecer en 59 minutos en una sola región forestal”, zanja la compañía, y subraya: “No podemos cultivar hormigón”.
¿Qué dicen los expertos? El proyecto genera expectación, pero algunas de las afirmaciones lanzadas por los impulsores de C6 han generado cierto escepticismo. En especial la etiqueta de “carbono negativo”, una coletilla con la que la compañía quiere subrayar que la futura torre almacenará más CO2 del que consuma. Dado el considerable impacto medioambiental que tienen la industria del acero y el hormigón, levantar un edificio de 190 metros reduciendo de forma sustancial su uso supone un éxito, pero… ¿Cuál es el saldo medioambiental real de C6?
“Ahora mismo el final de la vida útil de la madera es el vertedero, pero el IPCC solo tiene en cuenta el secuestro permanente de materiales y la madera acaba pudriéndose o quemándose, devolviendo su CO2 a la atmósfera”, explica a The Guardian Timothy McCarthy, de la Universidad de Wollongong. En una línea parecida apunta Philip Oldfield, de la Universidad de Nueva Gales del Sur: “La única forma en que sería carbono negativo es si almacenara más CO2 en la madera del que liberan los otros materiales. Puede ser, pero siempre de forma temporal”.
¿Es la primera torre de ese tipo? No. En Wisconsin se alza ya el Ascent, un bloque de apartamentos de 86,6 metros de alto diseñado por Korb + Associates Architects y que al menos el verano pasado ostentaba el título de mayor edificio de madera del mundo. La torre cuenta con 25 plantas, base de hormigón, ascensores y una estructura elaborada con madera contralaminada y laminada. Gracias a su tamaño pudo arrebatar el récord a la torre Mjøstårnet, situada en Noruega.
Cualquiera de ellos se queda pequeño sin embargo en comparación con la futura sede de Atlassian Sídney, que aspira a convertirse en “el edificio híbrido de madera más alto del mundo” con alrededor de 180 m. La estructura se está construyendo en la capital australiana, pero su marca acabará ensombrecida si C6 logra salir adelante. Sobre la mesa han llegado a ponerse, eso sí, proyectos todavía más ambiciosos, como la Oakwood Tower de Londres, de 300 metros, o el Sumitomo Forestry planteado para Tokio, una mole de 350 m en el que la madera representaría aproximadamente el 90% de la estructura híbrida.
Los nanómetros ya no son lo que eran. Cuando las micras les dieron paso a mediados de la década de los 2000 y los fabricantes de procesadores comenzaron a utilizarlos para identificar la tecnología de integración que estaban empleando los usuarios teníamos algo tangible a lo que aferrarnos. Durante esos primeros años los nanómetros eran una medida razonablemente fiel de la longitud de las puertas lógicas, como lo eran las micras antes, por lo que podían ser utilizados como referencia para comparar la sofisticación de los nodos litográficos.
Sin embargo, hace muchos años que este parámetro ha perdido buena parte de su utilidad para los usuarios. Y lo ha hecho porque los fabricantes de semiconductores han comenzado a utilizarlo como una argucia de marketing. Los nanómetros ya no reflejan fielmente la longitud de las puertas lógicas u otro parámetro físico, como la distancia entre los transistores. Cada fabricante de chips los maneja con mucha libertad, lo que a los usuarios nos impide comparar directamente las litografías que intentan “vendernos”.
En julio de 2022 mi compañero Enrique publicó un artículo muy interesante en el que explica con mucho detalle por qué no todos los nanómetros son iguales y por qué razón se ha producido una desconexión casi absoluta entre la nomenclatura y la realidad física de los circuitos integrados. Os sugiero que le echéis un vistazo si aún no lo habéis leído.
El leitmotiv de este artículo es esencialmente el mismo, pero os propongo abordarlo desde una perspectiva diferente. ASML, la empresa neerlandesa que fabrica los equipos de litografía más avanzados del planeta, tiene mucho que decir en este ámbito y puede ayudarnos a entender qué parámetros deberían entregarnos los fabricantes de chips para comparar sus tecnologías de integración.
La dimensión crítica lo es todo
Los ingenieros de ASML tienen una biblia. Es una ecuación, y se la conoce como criterio de Rayleigh. Para ellos la importancia de esta fórmula reside en su capacidad de describir con precisión cuáles son los parámetros que condicionan el desarrollo de la tecnología de integración. Ni más ni menos. Y entre todos ellos hay uno que destaca por encima de todos los demás porque identifica claramente la sofisticación de un nodo litográfico en particular: la dimensión crítica. Aquí tenéis la ecuación conocida como criterio de Rayleigh:
La dimensión crítica identifica en qué medida es posible miniaturizar los componentes que conforman un circuito integrado
A bote pronto parece una fórmula complicada, pero, en realidad, no lo es tanto si conocemos qué representa cada uno de los términos de la ecuación. El primero de ellos, ‘CD’, procede de la expresión inglesa critical dimension, e identifica en qué medida es posible miniaturizar los componentes que conforman un circuito integrado. Este es el parámetro que los fabricantes de semiconductores quieren reducir a toda costa. De hecho, todos ellos, y en especial ASML, dedican una cantidad ingente de recursos al desarrollo de las tecnologías que permiten refinar la dimensión crítica, lo que nos invita a echar un vistazo a la expresión que tenemos en la parte derecha de la igualdad matemática.
El factor ‘k₁’ es un coeficiente que está delimitado por los parámetros físicos que condicionan el proceso de fabricación de semiconductores. Lo que nos interesa tener en cuenta es que el límite físico que impone la fotolitografía del silicio es ‘k₁ = 0,25’, por lo que, como podemos intuir, los fabricantes hacen todo lo que está en su mano para refinar su tecnología y aproximar este coeficiente tanto como sea posible a este valor límite.
Cada paso requiere poner a punto nuevos equipos litográficos, nuevas fuentes de luz, nuevos elementos ópticos, nuevos materiales fotorresistentes y un nuevo procedimiento de fabricación
El siguiente parámetro, identificado por la letra griega lambda (‘λ’), nos indica cuál es la longitud de onda de la luz utilizada en el proceso de fabricación de los semiconductores. Uno de los desafíos más importantes a los que se enfrentan las compañías de las que estamos hablando consiste, precisamente, en reducir la longitud de onda de la luz para, así, incrementar la resolución del proceso fotolitográfico.
No obstante, cada paso hacia delante que dan en este camino requiere poner a punto nuevos equipos litográficos, nuevas fuentes de luz (generalmente se utiliza luz ultravioleta), nuevos elementos ópticos, nuevos materiales fotorresistentes, y también un nuevo procedimiento de fabricación. En definitiva, cada vez que una planta reduce la longitud de onda de la luz que proyecta sobre sus obleas se ve obligada a cambiar la mayor parte de su equipamiento y su proceso de fabricación.
El último ingrediente de la receta en el que nos interesa indagar es el parámetro ‘NA’ (numerical aperture), que identifica el valor de apertura de la óptica utilizada por el equipo litográfico. En este contexto este parámetro refleja esencialmente lo mismo que el valor de apertura cuando hablamos de la óptica de una cámara de fotos, por lo que condiciona la cantidad de luz que los elementos ópticos son capaces de recoger. Como podemos intuir, cuanta más luz recaben, mejor.
Los fabricantes de chips deberían describir sus tecnologías de integración recurriendo a un parámetro objetivo que a los usuarios nos resultase útil
La conclusión a la que podemos llegar después de analizar la información que nos entrega el criterio de Rayleigh es que para incrementar la resolución de su proceso fotolitográfico los fabricantes de semiconductores se ven obligados a refinar los tres parámetros que coexisten en la expresión de la parte derecha de la ecuación.
Cuando TSMC, Intel, Samsung o GlobalFoundries, entre otros fabricantes de chips, anuncian que tienen a punto una nueva tecnología de integración lo que nos están diciendo entre líneas es que han conseguido reducir la longitud de onda de la luz que utilizan en sus procesos litográficos, refinar sus elementos ópticos para incrementar su capacidad de recoger luz, y posiblemente también que han logrado acercarse un poco más al límite físico que impone la fotolitografía del silicio. A ese ‘k₁ = 0,25’.
Lo ideal sería que dejasen de hablar de nanómetros o ángstroms y empezasen a describir sus tecnologías de integración recurriendo a un parámetro objetivo que a los usuarios nos resultase útil para intuir su sofisticación. La dimensión crítica es una buena candidata a asumir este rol, pero a medio plazo parece poco probable que los fabricantes de chips vayan a darle la visibilidad que merece. Seguiremos con los nanómetros y los ángstroms, pero los usuarios tenemos buenas razones para tomar distancia y no pasar por alto que, en realidad, estas unidades están desconectadas de la realidad física de los semiconductores.
No voy a esconder que me acerco al Hyundai Ioniq 6 con cierta simpatía antes de poner un pie dentro del coche. La berlina eléctrica de los coreanos me ha gustado por sus formas arriesgadas, alejadas de los musculosos y agresivos SUV y con un sugerente alerón trasero que, personalmente, me enamora.
En marcha, como veremos, tiene virtudes y defectos, como todos los vehículos. Pero antes de pulsar el botón de arranque, es de agradecer que alguien se adentre en los senderos menos pisados.
Ficha técnica del Hyundai Ioniq 6
Hyundai Ioniq 6 168 kW (228 CV) RWD Star
Tipo de carrocería.
Berlina de cinco plazas.
Medidas y peso.
4.855 mm de largo, 1.880 mm de ancho y 1.495 mm de alto. Distancia entre ejes de 2.950 mm. 2.410 kg
Maletero.
401 litros
Potencia máxima.
168 kW (228 CV)
Consumo WLTP.
14,6 kWh/100 km
Distintivo ambiental.
Cero emisiones.
Ayudas a la conducción (ADAS).
Control de crucero adaptativo con automatización de nivel 2 y frenada de emergencia, reconocimiento de señales, sensor de ángulo muerto, mantenimiento en el carril, alerta de tráfico cruzado, aparcamiento automatizado y frenada de emergencia en las maniobras con detector de peatones y objetos.
Otros
Compatible con Android Auto y Apple CarPlay vía Bluetooth, dos pantallas de 12 pulgadas y conexión para dos teléfonos. Cuatro entradas USB tipo C y una tipo A, actualizaciones OTA, software con mapas propios que indican la autonomía disponible, luces dinámicas para el interior.
Híbrido eléctrico.
No.
Híbrido Enchufable.
No.
eléctrico.
Sí, 168 kW (228 CV) con tracción trasera y batería de 77 kWh.
Precio y lanzamiento.
Ya disponible desde 58.010 euros.
Un coche eléctrico con personalidad
Como los gustos son más o menos subjetivos, quería pasar en primer lugar por este apartado. El Hyundai Ioniq 6 es un coche de dimensiones considerables. Son 4,86 metros de largo y 1,88 metros de ancho. Y, pese a ello, en vivo, no da la sensación de ser un coche especialmente grande o enorme.
El éxito es, sin duda, de sus formas, pues sus 1,49 metros de alto tampoco lo sitúan en la parte baja del mercado (un Tesla Model 3 mide 1,44 metros de alto). Y estas particularidades en el conjunto le permite obtener resultados muy buenos sobre el papel en materia de aerodinámica. Su coeficiente aerodinámico queda en apenas 0,21 Cx. Es la segunda mejor cifra del mercado (junto a la del Tesla Model S) y sólo les supera el Mercedes EQS.
Su morro cortito y afilado, la inmensa batalla y una trasera que recuerda (y mucho) a Porsche) forman un conjunto que no me parece de lo más bonitos del mercado pero que, sin duda, ofrece una imagen que no se asemeja a ninguna otra. ¿Prefiero otras siluetas? Sí, pero me gustan los coches que rompen con todo y ofrecen cosas distintas.
Tecnologías multimedia: un comportamiento correcto
Me gusta la disposición del Hyundai Ioniq 6 con su doble pantalla de 12 pulgadas integrada en un mismo marco. La visibilidad que ofrece es realmente buena y toda la información se lee con facilidad. Puede que ayude la ausencia de un techo panorámico, que evita que entre la luz y, por tanto, reduce los reflejos.
Desde la posición del conductor. La pantalla del cuadro de instrumentos muestra toda la información que esperamos encontrar. Moverse por los menús es sencillo con los mandos situados en la parte izquierda del volante. Por encima, el Head-Up Display ofrece muy buena calidad de lectura, señalizando al instante todas las direcciones a tomar durante la navegación, la velocidad (a la que circulamos y el límite máximo de la vía) o la detección de los límites del carril.
Sólo destacaría que el Head-Up Display sufre ligeramente en los túneles. Tanto de día como de noche, la lectura de los datos es perfecta y resulta clara y sencilla. Sin embargo, al entrar en un túnel, se dibuja un cerco azul durante unos instantes que refleja el marco donde se refleja la información. Poco después, adapta de nuevo el brillo para simular que los datos flotan sobre el parabrisas. Dejar claro, eso sí, que se trata de algo puramente estético, pues los datos se leen en todo momento con claridad.
Los mapas, especialmente, podrían ser más estéticos y elegantes
La pantalla central me genera sentimientos encontrados. Creo que se debe, principalmente, a una cuestión meramente estética. Tanto la navegación como las funciones multimedia se muestran con una interfaz que podría estar más cuidada y haber sido tratada con más cariño.
Es en la navegación donde más problemas encuentro. Me gusta cómo aprovecha todo el ancho de la pantalla, con el mapa en la izquierda, un espacio central dedicado a las próximas indicaciones (o donde se muestra una simulación del cartel de la próxima salida) y, a la derecha del todo, un pequeño espacio dedicado a la reproducción multimedia que, además, puede esconderse para limpiar la pantalla de tanta información.
Sin embargo, los iconos y los gráficos del mapa dan cierta impresión de ser un poco antiguos. Seguramente, todo mejoraría con una paleta de colores mejor escogida pero en un momento donde los fabricantes apuestan por cuidar el software, se echa de menos un poco más de mimo en la navegación, que es una de las funciones que más utilizaremos.
El resto del sistema de infoentretenimiento es correcto. Podría ir un poco más fluido y moverse entre menús con mayor ligereza pero éstos están bien ordenados, son comprensibles y responden correctamente a nuestras pulsaciones. Sí es cierto que para encontrar algunas funciones escondidas en los submenús es necesario dedicar algo de tiempo y requiere cierta adaptación.
La climatización, bajo la pantalla central, tiene un acceso directo pero es táctil
Menos me ha gustado la disposición de la zona central. Bajo la pantalla hay una serie de botones con atajos para movernos más rápido por la pantalla. Algunos de estos botones, como el Media, incluyen un paso adicional para tener acceso a funciones que o no están a mano en la propia pantalla o son difíciles de encontrar y manejar en marcha.
Pero mucho menos práctico me parece la barra táctil en la que se agrupan los controles de la climatización. Sí es cierto que es más cómodo que manejarlo desde la pantalla pero al no tener respuesta háptica puede dar lugar a equivocaciones o a tener que comprobar reiteradamente si está todo a nuestro antojo. Un problema que sería tan fácil de solucionar como instalar una botonera física.
En la consola central bajo la pantalla se encuentra la carga inalámbrica, con un acabado rugoso que sujeta bien el teléfono móvil. Junto a él, una entrada USB-A. En el compartimento del reposabrazos hay dos tomas USB-C. A estas alturas, es un poco incomprensible que Hyundai no haya optado por incluir, al menos, una toma USB-C bajo la pantalla pero sí dos en el espacio interior del espacio central y otras dos para los pasajeros de las plazas traseras.
La conexión para disfrutar de Apple CarPlay y Android Auto requiere de cable. A la hora de configurar el Hyundai Ioniq 6, la marca no ofrece paquetes de equipamiento y otros elementos pesonalizables, por lo que damos por hecho que no se puede incluir la posibilidad de utilizar las opciones de Android y Apple de manera inalámbrica.
Tecnologías de conducción: da gusto viajar
La gran mayoría de todos estos inconvenientes los dejamos a un lado cuando salimos a carretera abierta y nos proponemos viajar durante cientos de kilómetros.
Y sí, digo cientos de kilómetros porque el Hyundai Ioniq 6 lo tiene todo para ser un vehículo puramente tragamillas. Como veremos, su consumo es muy bajo pero, además, el aplomo de la marcha, la comodidad y los sistemas de conducción semiautónoma son realmente buenos.
Fuera de la autopista, sus 1.985 kg se dejan notar. A la hora de enlazar curvas por una carretera secundaria, notaremos las inercias propias de un coche pesado y peca de poca agilidad en este terreno. Se suma un pedal del freno característico de los eléctricos. Demasiado esponjoso, muerto en la primera parte del recorrido y que requiere ser pisado sin miedo cuando necesitamos detener el coche con cierta contundencia.
Pero en autopista y autovía, la cosa cambia por completo. Si eliminamos cualquier tipo de retención (tiene cuatro modos de frenada regenerativa), el coche lo llevamos con la puntita del pie derecho. De hecho, es muy sencillo que, una vez lanzados a carretera abierta, superemos los límites máximos permitidos si no nos andamos con cuidado.
La aerodinámica es tan buena que en cada ligera bajada podemos levantar el pie del acelerador y no perder un ápice de velocidad. El coche parece deslizarse sobre el asfalto. Y el confort de marcha aumenta gracias a una insonorización muy buena. Sólo es perceptible un ligero ruido de rodadura.
El círculo se cierra con un control de crucero adaptativo realmente bueno. El coche se mueve a la perfección siempre en el centro del carril, toma las curvas con una enorme desenvoltura y no le he pillado nunca en un renuncio. Acelera y frena con mucha suavidad y si un coche nos adelanta y se sitúa a poca distancia, no desacelera con fuerza, como sí hacen otros vehículos. Por el contrario, aguanta unos instantes y deja ir al coche que nos precede sin frenar lo más mínimo.
Los cambios de carril asistidos también funcionar realmente bien. Como suele pasar, son cambios un poco lentos pero, si no hay tráfico denso en la vía, son muy cómodos. Incluso en mitad de una curva, donde podría dudar ligeramente, el coche se mantiene firme, sin pisar las líneas y manteniéndose siempre en el centro del carril.
A nivel puramente prestacional, sus 168 kW (228 CV) de potencia son suficientes para mover el coche con soltura, adelantar con seguridad y salir de cualquier apuro. No tiene la respuesta más impresionante del mercado pero tampoco se echa de menos en un coche que donde más cómodo se siente es las largas rectas de una autopista. De hecho, una vez lanzado, debemos andarnos con ojo para no irnos por encima de los límites máximos permitidos.
En ciudad, con sus cuatro modos de frenada regenerativa, el Hyundai Ioniq 6 se mueve con facilidad. La conducción con un solo pedal es agradable y hace que nos olvidemos por completo del pedal del freno. Una vez cogido el tacto al acelerador, es muy cómodo llevarlo únicamente con este pedal, que da la sensación de ofrecer cierta resistencia al avance.
Tecnologías de carga: un consumo espectacular
Si algo destaca en el Hyundai Ioniq 6 es un consumo realmente espectacular. Siendo conscientes de la importancia que tienen los viajes en carretera para esta berlina eléctrica, priorizamos el uso en carretera abierta para conocer cómo se comportaba y cuál era su desempeño. Y los resultados fueron sorprendentes.
En un viaje de ida y vuelta de 520 kilómetros, circulando a la máxima velocidad permitida por la vía y cubriendo un 90% de los kilómetros en autopista, el consumo fue de 15,8 kWh/100 km. Esto quiere decir que con la batería llena, el Hyundai Ioniq 6 debería ser capaz de circular muy cerca de 500 kilómetros con una sola carga.
La media, una vez terminada la prueba y realizando un mayor número de kilómetros por vía secundaria se situó en una cifra final de 15,4 kWh/100 km. Quienes utilicen el coche habitualmente para ir a trabajar por vías más lentas y mayor presencia de zonas urbanas (apenas pisamos este terreno en nuestra prueba) podrán superar con mucha soltura los 500 kilómetros de autonomía.
A lo anterior se suma que la recarga en el Hyundai Ioniq 6 puede ser muy rápida. En corriente alterna es de un máximo de 11 kW y en corriente continua admite máximos de hasta 240 kW. En nuestro caso, el enchufe utilizado fue de 150 kW de potencia y mantuvo estos niveles todo el tiempo en el que estuvo enchufado (25 minutos). Una vez alcanzado el 80%, la potencia de carga va decayendo poco a poco.
A la hora de establecer la ruta, el vehículo calcula automáticamente dónde y cuánto tiempo debe parar antes de alcanzar el destino. Los puntos de recarga mostrados son lógicos y los cálculos que realiza son precisos si nos mantenemos dentro de los límites máximos permitidos. Curiosamente, también indica la autonomía disponible con aire acondicionado y sin él, así como la meteorología esperada para las próximas horas. Tanto en estas recargas planeadas en ruta como en las recargas en casa, se pueden establecer límites máximos, como no cargar por encima del 80% donde la batería más sufre.
Además, y aunque no pudimos comprobar el funcionamiento durante nuestra prueba, cuenta con sistema plug&charge. Así, en los cargadores que cuentan con la tecnología adecuada (Ionity o Zunder lo tienen disponible en algunos enchufes) no es necesario iniciar sesión en la aplicación del cargador. Simplemente se requiere meter la tarjeta de crédito en la aplicación de Hyundai y podremos enchufar el coche y cargar con total tranquilidad, pues el cargo se aplicará en la tarjeta sin tener que dar ningún otro paso.
La conclusión de Xataka
El Hyundai Ioniq 6 es, en líneas generales, un muy buen coche. Quienes busquen un vehículo eléctrico para viajar tienen en la berlina coreana un vehículo excelente en su versión de un solo motor y batería de mayor tamaño.
Su comportamiento en carretera es bueno. No es el coche más rápido ni el más ágil pero sí es uno de los más eficientes, con cifras que nos harán recorrer muy cerca de 500 kilómetros con una sola carga y, además, con la capacidad de admitir potencias muy altas con cada carga. Y, además, las comodidades en el interior son muchas y están bien solventadas.
Salvo algunos detalles relacionados con el entorno multimedia, es un coche para sumar y sumar kilómetros. Más si tenemos en cuenta que el tacto y el comportamiento de sus sistemas de conducción semiautónoma son realmente buenos, con una fluidez y suavidad notables. Los pasajeros tienen un espacio enorme en las plazas traseras y el maletero, sin ser de los mejores, es amplio (aunque la boca de carga es estrecha).
El Hyundai Ioniq 6 se queda en la frontera del Plan MOVES III y puede ser un lastre para quien dude entre este coche y un Tesla Model 3
Su mayor problema son los tiempos en los que le ha tocado vivir. Hyundai tiene el precio final del Ioniq 6 de esta unidad con batería de gran tamaño y un único motor (la más eficiente, también) en 58.010 euros que, con algunos descuentos de la marca, se queda en 55.600 euros. Esto es rozar los 45.000 euros antes de IVA a los que obliga el Plan MOVES III para recibir un máximo de 7.000 euros de descuento.
Teniendo esto en cuenta, tiene que competir con un Tesla Model 3 que es ligeramente más pequeño pero que cuenta con un maletero mayor, menor peso, prestaciones superiores y consumo muy similar. Con un precio de 49.990 euros con IVA y que, por tanto, puede entrar dentro del Plan MOVES III.
Las virtudes para convencer del Hyundai Ioniq 6 a los posibles compradores y pedirles que dejen el argumento de la cartera en un segundo plano no son pocas. En primer lugar, su tamaño y su enorme batalla hacen que viajar en él sea muy cómodo. Además, sus sistemas de ayuda a la conducción no tienen mucho que envidiar a los de Tesla y, al menos en el día a día, el consumo será muy parecido.
Y se suma una estética que la amas o la odias. Puede parecer un argumento menor pero soy de los que le da un gran valor a que, a la hora de dejarse decenas de miles de euros en un coche, el vehículo que adquieras te guste visualmente. Y este Hyundai Ioniq 6 garantiza tener un vehículo original y poco visto. De hecho, después de ver el adelanto del Hyundai RN22e, estoy deseando que la marca se atreva y ofrezca un futuro Ioniq 6 N hipervitaminado.
Sunrise Dam es una mina de oro situada a unos 55 kilómetros al sur de Laverton, en Australia, que desde 2014 se dedica básicamente a la extracción subterránea. No es ni de lejos el mayor yacimiento del mundo, ni siquiera el de Oceanía, y está situado en una región remota, pero desde hace unas semanas la minería mundial lo mira con un interés especial. Y es normal. Allí se está probando el impresionante TH665B, un enorme camión eléctrico con batería diseñado para las labores de extracción en yacimientos subterráneos. Tan grande es y tal capacidad tiene que su creadora, la compañía Sandvik, lo reivindica como el mayor del mundo.
Ahora deberá demostrar de qué es capaz.
¿Cómo es el TH665B? Grande. Y “verde”. Así lo presentan al menos sus responsables, que inciden en esa doble idea: la considerable capacidad de carga y el enfoque sostenible del Sandvik TH665B. El camión mide 11,6 m de largo, 3,5 de ancho y 3,6 de alto y tiene una capacidad de carga útil de 65 toneladas métricas.
Al margen de cuánto puede transporte, probablemente lo más interesante de su ficha técnica son las “entrañas” del vehículo. El TH665B incorpora una batería de litio-ferrofosfato y su línea motriz eléctrica ofrece 630 kW (858 hp), características con los que aspira a facilitar al sector su distanciamiento de los vehículos diésel, un objetivo que ya le ha llevado a tantear otras opciones, como el hidrógeno.
¿Por qué es importante?Sus creadores aseguran que es el camión eléctrico de baterías para minearía subterránea más grande del mundo. Semejante título lo hace interesante ya de por sí, pero si a algo aspira el TH665B no es a colarse en las páginas del World Guinness Records, sino a ofrecer a las compañías mineras una alternativa de carga sostenible y que les ayude a reducir su huella de carbono. Eso y, de paso, mejorar las condiciones de trabajo en los propios yacimientos.
“Además de producir cero emisiones de diésel bajo tierra y generar un 80% menos de calor, se esperar que TH665B sea hasta un 25% más rápido en una rampa de 1:7 que los camiones diésel normales”, defiende la firma. Para Darren Kwok, directivo de Barminco, esas características convierten al camión en un aliado especialmente interesante en yacimientos subterráneos como Sunrise Dam: “Los vehículos eléctricos de batería no solo tienen el potencial de reducir emisiones de CO2, sino que pueden mejorar el entorno para los trabajadores e impulsar la eficiencia”.
¿Mejorar las condiciones en la mina Efectivamente. Esa es otra de las ideas que subraya Sandvik, que asegura que además de contribuir a la sostenibilidad de las explotaciones su camión puede facilitar la operativa en los yacimientos subterráneos. ¿Cómo? Eliminando las emisiones de los vehículos diésel, emitiendo menos calor y simplificando por ejemplo la sustitución de las baterías.
“El TH665B está equipado con AutoSwap, nuestro sistema patentado de autointercambio que hace que el proceso de cambio de batería resulte extremadamente rápido y sencillo, y normalmente solo lleva tres minutos”, señala Kwok, quien asegura que el operador ni siquiera debe abandonar la cabina durante el proceso y tampoco se requiere infraestructura como puentes grúa. Ahora le toca pasar de la teoría a la práctica y demostrar de qué es capaz en Sunrise Dam, que produce 2,7 millones de toneladas de mineral al año que se complementa con acopios de baja ley generados durante la explotación a cielo abierto.
¿Por qué es noticia ahora Porque acaba de entrar en una fase crucial para su desarrollo. El TH665B no es exactamente nuevo. Sandvik lo presentó a comienzos de 2022 y hace un año ya dejó un anticipo de qué era capaz aprovechando la Conferencia Internacional de Minería y Recursos de Sídney. Ahora ha dado un paso más allá para someterse a su auténtica prueba de fuego: pruebas sobre el terreno en la mina de Sunrise Dam.
“Los datos que obtengamos al ver el prototipo interactuando con las condiciones australianas serán muy valiosos a medida que Sanvik siga desarrollando su gama eléctrica a batería y que TH665B pase a la fase de producción comercial”, reflexiona Andrew Dawson, director de la línea de carga y transporte de Sandvik. Las pruebas arrancaron ya el 14 de septiembre y han sido posibles gracias a un acuerdo entre el propio fabricante del vehículo, el propietario de la mina AngloGold Ashanti y Barminco.
No hay nada más sencillo, fecundo e irreversible que prender la mecha de las teorías conspiranoicas. Lo demuestra a las mil maravillas la que tal vez, y con permiso del paseo lunar de Neil Armstrong, sea la madre de todas ellas: la muerte de Adolf Hitler. Aunque hay investigaciones recientes que muestran que el Führer pasó a mejor vida en 1945 con ayuda de un sorbo de cianuro y un balazo, a lo largo de los últimos tres cuartos de siglo han circulado relatos a cada cual más descabellado que lo sitúan pasado mayo del 45 como —ojo a la lista— ermitaño en una remota cueva italiana, pastor en los Alpes suizos, croupier en un casino francés, padre de familia en Argentina o vagando por Irlanda o Colombia.
Una de esas teorías nos toca sin embargo mucho más cerca.
Y apunta a una fuga digna de Hollywood con parada en Galicia.
Una muerte bien estudiada. En 2018 el forense Philippe Charlier publicó en European Journal of Internal Medicineun estudio que despertó casi tanto interés entre los historiadores y conspiranoicos como entre sus propios colegas patólogos. La razón: corroboraba que Adolf Hitler murió en 1945. La conclusión es valiosa porque entre marzo y julio de 2017 Charlier y sus colegas consiguieron todo un hito: que los servicios secretos rusos les permitieran analizar los supuestos restos del Führer que se conservan en Moscú para un examen independiente.
Su estudio concluye, primero, que los dientes son reales porque pudieron identificarse gracias al complicado historial dental de Hitler. Segundo, los restos muestran manchas azules que indican que su dueño pudo ingerir cianuro para acabar con su vida. Los investigadores no encontraron restos de pólvora, pero sí analizaron un fragmento de cráneo atribuido al Führer con un agujero en el lado izquierdo, probablemente abierto por una bala. Ambos datos confirman la versión más aceptada sobre la muerte del líder nazi: Hitler murió el 30 de abril de 1945 en su búnker con Eva Braun tras consumir cianuro y dispararse un balazo.
¿Fin de las elucubraciones, entonces? Así es desde luego para el profesor Charlier, quien llegó a garantizar a la agencia AFP que no tiene dudas sobre la autenticidad de los dientes y que su estudio da carpetazo a cualquier teoría conspiranoica. “Ya podemos pararlas todas. Hitler no se fue a Argentina en un submarino, no está escondido en una base en la Antártida ni en el lado oscuro de la Luna”, insistía el forense: “Nuestro estudio prueba que murió en 1945”.
Claro está, no todo el mundo comparte su convicción. A lo largo de las décadas han circulado teorías que aseguran que el líder nazi logró escapar del búnker y el asedio soviético y emprendió una nueva vida en lugares tan remotos como el norte de Italia, los Alpes suizos, el este de Francia y por supuesto Argentina, quizás la versión que más popularidad ha logrado entre los teóricos de la conspiración.
¿Y eso… por qué? Semejante fecundidad conspiranoica se explica en gran medida por las circunstancias en las que murió Hitler y se remontan ya a 1945, prácticamente el mismo día de su muerte. El 1 de mayo del 45 la radio de Hamburgo transmitió sin ir más lejos una versión que dista bastante de la que hoy se tiene por oficial: la cadena aseguraba que Hitler había caído “luchando hasta su último aliento” y con “la muerte de un héroe”. Poco que ver con un suicidio con cianuro y una pistola. No tardaron en expandirse relatos sobre un supuesto asesinato, una hemorragia cerebral, eutanasia y por supuesto una huida exitosa.
El fin del Führer no ayudó a extinguir esos relatos. Como recuerda la BBC, la historia nos dice que el cadáver de Hitler se quemó y acabó en una zanja del jardín de la Cancillería abierta por una bomba. Allí encontraron su cadáver los agentes de la contravigilancia soviética poco después, el 5 de mayo. El estado del Führer era tal por entonces que, para identificarlo con claridad, decidieron echar mano de su mandíbula. Durante el proceso contaron con la ayuda Käthe Heusermann, quien había ejercido como asistenta del dentista de Hitler. Los restos se trasladaron de un punto a otro hasta que en 1970 se decidió incinerarlos y arrojar sus cenizas.
¿Adolf Hitler de paseo por Galicia En la raíz de las teorías conspiranoicas en torno al fin de Hitler hay mucho de geostrategia y política, como explica a la BBC Luke Daly-Groves, historiador de la Universidad de Leeds, quien recuerda Stalin debilitaba a sus oponentes cada vez que afirmaba que Hitler pudo haber escapado a España o Argentina. “Su estrategia era asociar Occidente con el nazismo y hacer ver que los británicos o estadounidenses debían estar ocultándolo”, concuerda Anthony Beevor, autor de ‘Berlín: la caída de 1945’. Con ese telón de fondo surgió una de las versiones que más cerca nos toca: que el Führer recaló en Galicia.
Lo que nos cuenta semejante teoría es que tras simular su suicidio Hitler logró escapar del bunker, subirse a bordo de un avión en el aeropuerto de Templehof y volar a Barcelona, desde donde pasó a Galicia. Una vez en Vigo logró embarcarse en submarino y huir a Argentina, donde vivió hasta 1960 y llegó a formar una nueva vida junto a Eva Braun. Otra versión habla de que poco después del episodio del Führerbunker, en mayo de 1945, un avión alemán llegó a Lugo con Hitler a bordo. Hay quien incluso va más allá y lo sitúa en el monasterio de Samos.
Digna de Hollywood… e History Channel. Cierto, la historia quizás parezca sacada de un libro de Dan Brown o el guion de un thriller hollywoodiense con tintes ucrónicos, pero la teoría viguesa tiene más predicación de la que a priori pueda parecer. Buena prueba es que hace unos años protagonizó un documental de History Channel que se basaba, a su vez, en 700 documentos desclasificados por el FBI poco antes. Hay variantes sobre la supuesta estancia del Führer en tierras gallegas, pero suele apuntarse a que acabó subiéndose a un submarino con el que logró escaparse a Canarias para llegar a su refugio definitivo, en Argentina.
El historiador Eduardo Rolland recuerda en GCiencia que la teoría de la huida se alimentó con una nota manuscrita del mismísimo J. Edgar Hoover, director del FBI: “Los oficiales del ejército estadounidense en Alemania no han localizado el cuerpo de Hitler ni hay ninguna fuente fiable que pueda decir sin dudas que Hitler está muerto. Existe la posibilidad de que esté vivo”. Para armar su relato gallego, History Channel muestra imágenes de la ría de Vigo, el monasterio de Samos y A coruña. En la primera mitad del XX Vigo tenía una nutrida comunidad alemana y se conservan fotos de desfiles con esvásticas por sus calles principales.
¿Son todo teorías conspiranoicas? Para investigadores como Philippe Charlier lo ocurrido en 1945 deja poco margen a relatos como el que arman los guionistas de History Channel, pero eso no quita que hubiese jerarcas y figuras destacadas del nazismo que sí lograsen burlar el asedio soviético y la vigilancia de los Aliados para buscar una nueva vida alejada de los sueños del Tercer Reich. Incluso se ha acuñado un término de resonancias marineras para referirse a ese fenómeno: ratlines. Se habla incluso de tres rutas bien organizadas y trazadas para facilitarles la huida: una nórdica, otra ibérica y, la más popular, a través de Italia.
Sus destinos finales se repartirían entre puntos tan distantes como Reino Unido, EEUU, Australia, Medio Oriente y sobre todo Sudamérica. Incluso hay quien habla de una organización creada para facilitarles la vida, ODESSA. Tampoco España permaneció ajena al fenómeno, si bien una cosa es que hubiese nazis que lograsen encontrar refugio en la Costa del Sol y otra, bien distinta, que el mismísimo Hitler “resucitado” llegase a degustar pimientos de Padrón en una tasca de Vigo.
Hace un tiempo se viralizaba en TikTok un vídeo de una mujer a la que su familia le había organizado una fiesta sorpresa. En las imágenes se mostraba una casa decorada con globos, música, comida y bebida. Vamos, lo que fácilmente sería una celebración de cumpleaños. La diferencia es que aquí en uno de los murales se podía leer “Mi primer divorcio”. Si bien una separación suele representar sentimientos de tristeza, hay quienes están convirtiendo estas rupturas en una fiesta. Y en una práctica cada vez más extendida.
Crecen los divorcios en España. Para entender el fenómeno hay que tener en cuenta que desde que la Ley del Divorcio se aprobó en España en 1981, las demandas para llevar a cabo este proceso han aumentado progresivamente. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de rupturas matrimoniales durante 2022 aumentaron algo más de un 13% respecto a 2021, con un total de 90.582 divorcios. Cifras que permiten hacerse una idea de lo que puede dar de sí esta nueva tendencia.
Pero, sobre todo, de por qué las empresas (sí, esas mismas que antes organizaban despedidas de soltero) han visto un filón de oro: las despedidas de casado.
Toda una industria dedicada a ello. Las despedidas de soltero ya no son lo que eran antaño. Ni en su significado ni en su forma. Desde hace años pasaron de tener un toque más erótico a ser simples celebraciones entre amigos, sin requerir de la asistencia de una empresa organizadora de eventos. De hecho las empresas han visto como las fiestas tradicionales de despedida de soltero o soltera se han estancado y ahora apuntan a esta nueva modalidad.
El origen. Empezaron a hacerse populares en Estados Unidos hace más de una década a raíz del famoso libro de Christine Gallagher, The Divorce Party Handbook. Esta organizadora de eventos de Los Ángeles emprendió su propio negocio y ahora se está haciendo de oro. “Antes la gente que se divorciaba estaba sola, como avergonzada de un fracaso, lo que aumentaba el estrés. Las personas pueden sentirse estigmatizadas, y puede haber un largo proceso legal. Una fiesta compensa eso permitiéndote lidiar con el lado emocional. Una noche no soluciona tus problemas, pero es un gran paso adelante”, cuenta en su libro.
Para ella, no se trata tanto de celebrar el final del matrimonio, sino de una oportunidad para rodearse de su gente cercana en un momento difícil.
La tendencia. Recientemente algunas celebridades han organizado eventos similares y se han viralizado cientos de vídeos en las redes sociales. El hashtag #DivorceParty acumula más de 68.000 publicaciones en Instagram. Katy Perry, sin ir más lejos, se divorciaba del cómico británico Russell Brand en 2011 tras 14 de meses de matrimonio y organizó una celebración para ello. Contaba en Vogue que su entonces marido le pidió el divorcio por WhatsApp en la víspera de Año Nuevo. Meses después de formalizar la separación, la intérprete organizó una fiesta en su casa.
¿En qué consisten estas fiestas? Marta Odériz Balaguer, directora de Kubalu Events, señala en este reportaje de Uppers que la organización no es muy diferente a la de una fiesta convencional, aunque sí reúne algunas características propias como lo que denomina ‘la rotura del lazo’: “Se pone un lazo de un lado al otro de la sala y la persona que se divorcia lo corta como símbolo de que el matrimonio se ha acabado”. Además, cuenta que el catering también suele estar relacionado.
Grupo DiverOcio es otra empresa que se dedica a ello. En su página web organizan “actividades de aventura como piragüismo o parques de atracciones” y por la evento en discotecas donde juntan “grupos que vienen de toda España”. Cuentan en RAC1 que incluso han hecho fiestas de divorcio que posteriormente han acabado con boda.
Eso sí, hay dos reglas de oro. Según el manual de Gallagher, hay establecidas dos normas que no se deberían de poder quebrantar: que no se admiten niños y que no nos olvidamos del homenajeado un día después. Como es lógico, los hijos pueden sentirse confundidos en una celebración de estas características. Y hay que tener en cuenta que la divorciada o el divorciado volverá a su proceso de duelo al día siguiente.
En España. En vista de la creciente demanda y del incremento de divorcios en el país, los expertos creen que esta nueva modalidad tiene mucho espacio para seguir creciendo. “Estábamos enteradas de que era algo que ya estaba muy de moda en Estados Unidos. Incluso salía en alguna serie o película, pero desconocíamos que estuviese llegando también a nuestro país. Los clientes vinieron con la idea ya tomada y nos pidieron ayuda en la organización”, explicaba Odériz en el mismo artículo de Uppers.
El perfil más habitual suelen ser mujeres de a partir de 45 años. “Como peculiaridad diría que se nota que es gente muy divertida, que se toma la vida con humor”, concluía.
La llegada de ChatGPT fue un punto de inflexión para la percepción social de la Inteligencia Artificial. Luego llegaron más herramientas de IA generativa que apuntalaron la fe en ella, pero el antes y el después lo marcó ChatGPT.
Casi un año después, con una consideración general sobre la IA bastante distinta que a estas alturas de 2022, estamos empezando a ver una corriente que va un poco más allá: la de los dispositivos corporales, o wearables, basados en Inteligencia Artificial.
Colgantes, clips, gafas
En los últimos días se han combinado varios anuncios en esta dirección. Por un lado está Rewind, la empresa que creó una aplicación casi mágica para macOS haciendo uso de varias herramientas del sistema y un fuerte algoritmo de compresión. Se basaba en una suerte de grabación permanente de la pantalla para luego, con la detección de texto, poder localizar cualquier cosa que hubiésemos visto en pantalla en el pasado.
Con su producto de software ya madurando, le toca al hardware, y de ahí nace Rewind Pendant, un colgante que graba todo aquello que decimos y escuchamos. A partir de ahí lo transcribe, cifra y almacena en nuestro smartphone.
Imagen: Rewind.
También ha sido el turno para Humane, que se ha pasado mucho tiempo deshojando la margarita de su enigmático desarrollo y ha acabado resultando ser una suerte de clip holográfico.Lo colocamos sobre la solapa (¿qué pasa cuando usemos camiseta) como si fuese un micrófono inalámbrico, y en ciertos momentos proyecta información clave sobre la palma de nuestra mano u alguna otra superficie que tenga delante.
Imagen: Humane.
Imagen: Humane.
Recuerda mucho a un producto efímero de Google (dejo a su elección si estas palabras forman una tautología o no): Google Clips, un artilugio similar que iba capturando fotografías de forma continuada. No tuvo éxito, y suena a entelequia que este nuevo clip vaya a tener un desenlace distinto.
No obstante, su desarrollo tecnológico, si cumple sus promesas, tiene aspectos interesantes. Suena más razonable pensar que se trata de una empresa que busca ser comprada y no que se trata de una empresa que busca tener un éxito comercial con sus propios productos. Veremos.
También ha llegado la actualización de un producto ya conocido, las gafas de Meta y Ray-Ban, las nuevas Ray-Ban smart glasses (renuncia al apellido Stories, que le podía vincular en exceso a un uso concreto). Además de mejorar tanto en el vídeo como en el sonido, han variado su enfoque original: apuestan por ser más usadas como auriculares y también como cámara, tanto de foto como de vídeo.
En su interior, un Qualcomm Snapdragon AR1 Gen1 especialmente enfocado en la eficiencia energética para permitir un uso activo de hasta seis horas, y una IA orientada a la transcripción en vivo: cuando un usuario haga una emisión en directo usando estas gafas será así como escuche los comentarios que le van dejando en tiempo real.
Imagen: Meta.
Y luego está Tab, otro wearable que se define como un asistente portátil basado en IA. Lo llevamos puesto a modo de colgante (ocupa como dos AirTag apilados) y dejamos que vaya registrando nuestras conversaciones, no solo con otras personas, sino las que podamos tener con nosotros mismos. No es algo que mucha gente haga tal vez, pero se supone que con este dispositivo encima tiene un sentido: dejar que escuche y recuerde lo que decimos, aunque sea una lluvia de ideas.
La idea no es tanto que almacene las transcripciones como que conserve un contexto completo sobre nosotros, como un gráfico social, y entienda qué hicimos en el pasado y qué se supone que deberíamos hacer en el futuro. O algo así, porque el proyecto es bastante críptico todavía. Se han vendido las primeras cien unidades de desarrollo, pero sigue habiendo incógnitas a su alrededor.
Su creador, por cierto, es Avi Schiffman, un chico de veinte años que hace tres creó nCoV2019.live, uno de los tableros de información más consultados a nivel mundial con los datos del COVID-19. Y rechazó ocho millones de dólares por él. Maneras de vivir.
Seguramente veremos muchas más propuestas en esta línea en los próximos meses. Y seguramente muchas de ellas estén muertas para dentro de unos años, porque la industria tecnológica es implacable, pero recordaremos a todas ellas como el germen de la IA que empezó a ser vestida.Por supuesto que hubo algún ejemplo previo, como también lo hubo de los LLM antes de que debutara ChatGPT, pero son estas quienes han prendido la mecha.
Un equipo de directivos se reúnen en la sala de conferencias de un hotel. O dos altos cargos de dos empresas distintas. O dos presidentes del gobierno. En un hotel, en un restaurante, en un coche o en la sala de una empresa privada. Lo que ustedes quieran: personas de alto poder que hablan en un entorno cerrado de asuntos muy sensibles, en los que una fuga de información pueda traducirse en mucho dinero perdido de forma directa o indirecta. No es que no hayamos conocido casos locales que de una forma u otra han sido atacados..
Para todas esas situaciones, la preocupación de estar siendo espiado siempre está ahí. Y hay muchas formas en las que puede darse esa situación. Ahí es donde entra la contravigilancia electrónica: las medidas que previenen, detectan y contrarrestan el espionaje. A través de micrófonos, grabadoras, cámaras, balizas GPS o cualquier sistema que capture la información clave para sacarla fuera de donde debe permanecer.
Prevención infinita
“Cualquier empresa estratégica, con intereses en el extranjero o que desarrollen productos o servicios I+D, Defensa, Farmacia, etc. pueden estar expuestas a espionaje por parte de empresas rivales o incluso actores estatales, independientemente de su tamaño”, nos explica Javier Conde, Detective Privado, Perito Informático Forense y técnico de Grupo NHS Contramedidas.
Por eso cuando se celebran juntas directivas o reuniones similares recurren a este tipo de servicios, que vigilan y previenen el espionaje y las filtraciones. Aplica a empresas de casi cualquier tipo siempre que tengan información sensible que proteger con un impacto económico directo en caso de ser detectada. Hasta los clubes deportivos de élite protegen sus conversaciones más relevantes.
Los ayuntamientos y los grandes partidos políticos suelen recurrir también a estos servicios, y en su caso, haciendo auditorías de seguridad periódicas, especialmente con cada final de legislatura para asegurarse de que no quedan posibles vectores de espionaje por parte del equipo anterior, especialmente cuando cambia el signo político de una institución.
Estos son los tipos de clientes principales que tienen empresas como la de Javier. Apenas trata con particulares, y desde luego no lo hace con grupos terroristas y crimen organizado, que también recurre a este tipo de servicios.
“Es cierto que el crimen organizado compra dispositivos en tiendas ‘tipo espía’ para intentar detectar vigilancias policiales, pero son equipos de gama baja y habitualmente no disponen de equipamiento técnico adecuado para ello, ya que los equipos profesionales están controlados con carta de usuario final, para evitar que llegue al mercado negro y a países con veto”, explica Javier.
Micrófono usado para el espionaje. A su lado, moneda de 1 céntimo para contextualizar su reducido tamaño. Imagen: Grupo NHS.
Así y todo, cualquier persona puede comprar ciertos dispositivos de espionaje y hacerlos servir incluso sin tener apenas conocimientos técnicos, aunque sean más básicos, si bien este tipo de usuarios suelen tener como destino un contexto más doméstico.
“El espionaje ‘casero’ en ocasiones se usa, por ejemplo, para conocer la estrategia procesal de la otra parte en caso de divorcios, herencias o contextos familiares problemáticos. También se han dado casos de la instalación de balizas caseras para geoposicionar parejas y otros. Se debe advertir de que estas acciones de espionaje, carentes de autorización judicial, pueden ser constitutivas de delito”, cuenta David Marugán, especialista en seguridad y radiocomunicaciones.
En casos como este, cuando podamos tener sospechas de estar siendo espiados, es recomendable presentar una denuncia ante la policía, y si se trata de cámaras ocultas en establecimientos hoteleros o apartamentos vacacionales, por ejemplo, una opción para hacer comprobaciones in situ es la compra de un detector óptico de cámaras ocultas, si bien no es algo que encaje en cualquier presupuesto.
En el caso del espionaje en grandes empresas e instituciones gubernamentales o similares, la sofisticación es mucho mayor, y por tanto, también lo es la capacidad para detectarlo. Las grandes empresas no solo actúan antes de momentos sensibles, como una junta directiva, sino que hacen revisiones mensuales o bimensuales, y no solo en sus instalaciones.
“También en todo tipo de vehículos, jets privados, hoteles y residencias vacacionales de los altos directivos. En periodos de negociaciones, fusiones, adquisiciones, OPAs o subastas, como puede ser la subasta del 5G, se revisan algunas dependencias diariamente por parte de personal formado de departamentos de seguridad de las compañías o empresas especializadas en TSCM”, dice Javier. ‘TSCM’ son las siglas de Technical Surveillance Counter-Measures, el barrido electrónico.
Imagen: Grupo NHS.
Imagen: Grupo NHS.
Si bien no puede explicar el protocolo exacto que realiza su empresa por seguridad para sus clientes, sí nos resume que engloba varias pruebas técnicas. “El análisis de espectro RF de 10 KHz a 24 GHz, análisis de corriente eléctrica, detección de transmisiones 4G-5G, análisis de teléfonos, centralitas y líneas telefónicas, análisis de protocolos inalámbricos como WiFi y Bluetooth, detección de dispositivos por ultrasonido, o incluso la detección de dispositivos que transmiten voz a través de luz no visible, entre otras”. Ahí se trabaja en detectar tanto los dispositivos que transmiten información de forma continua como los que lo hacen en diferido.
Analizador de espectro Oscor Green 24 GHz para el barrido electrónico. Imagen: Reiusa.
Analizador telefónico con reflectómetro TALAN DPA-7000. Imagen: Reiusa.
Detector de junturas ORION HX (NLJD), usado para detectar dispositivos electrónicos ocultos alámbricos, sistemas de vigilancia aunque estén apagados, cámaras ocultas alámbricas o micrófonos. Imagen: Reiusa.
Y añade un dato curioso: durante la época del COVID-19 se detectó un incremento de espionaje electrónico a compañías farmacéuticas, tanto a directivos como a personal técnico. Había mucho dinero en juego para quienes desarrollaran las vacunas. La empresa de Javier también ha realizado barridos para proyectos extranjeros de empresas españolas que optaban a un contrato internacional, neutralizando amenazas en un contexto en el que otras empresas rivales tenían el apoyo de sus respectivos países, según cuenta el propio Javier.
Agujeros
¿Por dónde se puede fugar la información que una empresa paga mucho dinero por proteger? En primer lugar, están las amenazas de ciberseguridad habituales, pero incluso cuando la red interna está protegida, llegan las amenazas físicas: dispositivos de escucha, de grabación, de transmisión en tiempo real… Ahí es donde entra el eslabón humano. Y ahí es donde entra la contravigilancia.
Empleados desleales que facilitan el espionaje instalando elementos de escucha, por ejemplo, o trabajadores descontentos que aprovechan para ganar un dinero en forma de soborno a cambio de introducir esos dispositivos. A veces ni hace falta dinero, basta con el despecho y el revanchismo.
Estos elementos de escucha han llegado a un nivel de miniaturización muy sofisticado. “Hoy en día la electrónica usada para el espionaje tiene unas dimensiones muy pequeñas, algunos dispositivos transmiten digitalmente con diversos algoritmos de cifrado y vías de transmisión, como por ejemplo el cableado eléctrico y telefónico, o incluso en el espectro de luz no visible; hemos observado que tienen más autonomía y mayor calidad que en años anteriores. Son capaces de captar el audio a diversos metros de distancia dificultando así su detección”, según añade David.
Hoy día hay micrófonos ocultos que aprovechan hasta la infraestructura de las empresas. “Por ejemplo, los micrófonos ocultos en cables de tipo Ethernet RJ45, muy difíciles de detectar si no se analizan todos los cables de red con los equipos adecuados; micrófonos ocultos que aprovechan el propio cableado eléctrico existente, o dispositivos de grabación programados para activarse en un horario determinado, un día en concreto, o cuando se detecte voz en el ambiente”. A ese nivel llega la amenaza del espionaje.
Más allá del cifrado
Para algunos tipos de grupos no solo basta con cifrar la información o asegurar la confidencialidad de los mensajes transmitidos: su tipo de actividad requiere ocultar la propia comunicación. Es lo que hacen por ejemplo los Servicios de Inteligencia o el crimen organizado, incluyendo grupos terroristas.
David nos cuenta que esto ya era habitual durante la Guerra Fría y todavía hoy, con ejemplos como el de los espías ilegales de Putin en 2010. Son este tipo de grupos los que usan dispositivos SRAC (de corto alcance) o el uso de “buzones muertos”.
“Un ejemplo curioso es el uso de las funciones de teletexto, hoy en desuso, por parte de organizaciones criminales, para mandar mensajes codificados a algunos reclusos usando mensajes de la sección ‘contactos’ y similares. Por ello en algunas cárceles tuvieron que deshabilitar el módulo de teletexto en las televisiones. Hay muchísimos ejemplos en los que se usan este tipo de comunicaciones”.
A la hora de contratar servicios de contravigilancia electrónica, David recomienda contratar a empresas profesionales con certificaciones y equipamiento actualizados, además de conocer a las personas que acudirán a realizar los servicios. “Aunque hay personas que ofrecen supuestos barridos con detectores de frecuencia de 100 euros con toda clase de luces y sonidos, una empresa que quiera ofrecer eficacia mínima debe invertir una media de 100.000 a 160.000 euros para prestar servicios TSCM profesionales con ciertas garantías”.
Contravigilancia digital y trampas para atacantes
Para cuando la amenaza no tiene un formato presencial, con dispositivos de escucha o similares, entra la contravigilancia digital: la anticipación a las amenazas en torno a la ciberseguridad. No solo la ciberseguridad per se, sino el enfoque específicamente preventivo frente a ataques.
De esto sabe un rato David Barroso, CEO de CounterCraft, empresa de ciberseguridad especializada en la neutralización de amenazas. Nos explica que, aunque es muy difícil llegar a una protección total para una empresa en este sentido, pues un 100% de seguridad es poco más que una quimera, sí tienen su propio enfoque.
“Nosotros no jugamos a pegar un martillazo al topo en cuanto asoma la cabeza, que es como suelen trabajar las organizaciones, controlando daños hasta que llegue el siguiente incidente. Nosotros hemos invertido eso: ponemos trampas a los atacantes. Dejamos archivos y puertas abiertas que ellos creen auténticos pero son ficticias, y se han puesto ahí precisamente para detectarle e identificarle”, nos cuenta.
“Desplegamos esas trampas dentro y fuera de las organizaciones, en lugares que una persona normal no encontrará, como redes Wi-Fi, documentos corporativos o elementos en la nube. El atacante creerá que ha encontrado el tesoro, pero solo es nuestra estrategia de defensa. Se entretendrá con eso, y además nos dejará saber más sobre él. Por hacer un símil, es como si nosotros custodiamos un diamante y creamos una habitación donde hay una réplica falsa protegida por rayos láser. Cuando el ladrón llegue allí podremos ver de dónde viene, qué información ha dejado…”, añade.
Una vez un atacante llega a la trampa, ya sea una carpeta con lo que parece información confidencial, ya sean credenciales de acceso a un servidor o ya sea una VPN corporativa, empresas como CounterCraft empiezan a rastrear ese acceso. No solo son entornos simulados, sino incluso que se genera una actividad ficticia para que el atacante esté convencido de que ha llegado a su objetivo, incluyendo accesos simultáneos de falsos emplaedos o interacciones entre ellos. Simulan vida alrededor de ese escenario de cartón-piedra.
Para esta generación de entornos simultáneos, por cierto, recurren a la Inteligencia Artificial generativa. Por ejemplo, para que los textos que contienen los documentos, que no pueden ser los reales, sí parezcan los auténticos y tengan un sentido. En lugar de echar horas redactando versiones alternativas, lo dejan en manos de ChatGPT y compañía.
Barroso coincide en que el ser humano tiende a ser el eslabón más débil en la cadena de la seguridad. “Incluso al mayor experto en seguridad se le puede engañar, aunque requiera más tiempo y habilidad. Los humanos confiamos demasiado en las personas”, explica. “Hay muchos tipos de ataques, como el del CEO, que simula que el CEO envía un correo metiendo prisa para recibir una información sensible”.
Ese tipo de ataques suelen estar muy estudiados: en timing, como enviando este correo un viernes a última hora transmitiendo celeridad para que la víctima se sienta presionada; o en contexto más amplio, como atacar justo cuando hay una auditoría en marcha o un alta de un nuevo proveedor, donde tiene sentido que se intercambie cierto tipo de documentación confidencial.
En esos casos no es nada demasiado tecnológico, sino pura ingeniería social, como el phishing. Una guerra eterna. No obstante, precisamente si son ataques muy dirigidos es cuando más difícil resulta estar preparado. Pese a las trampas.
En cambio, cuando el atacante pesca con red en lugar de con caña, es más difícil que tenga éxito. El mencionado fraude del CEO suele realizarse a granel y con una tasa de éxito del 1%, o menos, ya suele compensar. Otra cuestión, como decimos, es un ataque dirigido, que estará mucho mejor preparado y será más convincente.
E incluso los equipos delictivos mejor preparados suelen acabar cometiendo algún error que puede ser explotado en su contra. En el caso de Barroso, recuerda un caso en el que trabajan junto a un cuerpo policial europeo y buscaban atraer a un grupo criminal a sus entornos ficticios para que desplegaran ransomwareallí. “Esa gente usa muchas formas de anonimizar la conexión: Tor, redes de proxies, VPNs robadas… Pero en una conexión, una persona se conectó desde su domicilio, debió olvidar conectar el sistema. El cuerpo policial le localizó y arrestó. Sin ese fallo, quizás nunca podríamos haber conseguido ese éxito”, rememora el CEO. El eslabón humano, tan poderoso y tan débil.
En estos tiempos en los que la expectación que generan los videojuegos se mide, en buena parte, por la extensión que tienen, es decir, por lo amplio que es su mapa, resulta de lo más esperable que una de las conversaciones en torno al futuro y esperadísimo ‘GTA VI’, sea cómo de extenso va a ser. O más bien, cómo va a ser de extenso en comparación con su antecedente.
Es normal: vivimos en tiempos en los que se valora por encima casi de cualquier otra consideración la duración de los juegos. Si un título no llega a las treinta horas se considera una producción “menor”, y eso nos ha llevado a montones de juegos-chatarra con decenas de misiones secundarias que no interesan a nadie y, en general, títulos que podían funcionar como aventuras redondas que vivir intensamente en un par de tardes, pero se convierten en mastodontes anquilosados por culpa de la necesidad de los jugadores de que les entretengan durante demasiados días.
Pero si eso es justo o no, si eso tiene sentido o no, es otro tema distinto. Lo cierto es que así es como es, y por eso la posibilidad de medir la extensión de un nuevo mapa de ‘GTA VI’ es una de las aficiones favoritas de los fans hasta que haya una declaración oficial de Rockstar sobre el particular. Con todas las filtraciones y rumores que ha desatado el juego, los más entregados están poniendo todos los recursos a su alcance para aventurar cuánto se va a extender. Y para sorpresa de nadie, parece que va a ser grande, mucho más grande que el de ‘GTA V’.
Por ejemplo, la cuenta de Youtube ‘Pyre realm gaming’ ha expuesto en su último vídeo los cálculos que, tras las últimas filtraciones, han llevado a la comunidad a suponer que el mapa de ‘GTA VI’ será más del doble de grande de lo que fue el de ‘GTA V’. Se trata de una decisión lógica teniendo en cuenta no solo las mejoras técnicas de consolas y ordenadores que darán cabida al juego sino la propia evolución de la franquicia y las tendencias de la industria.
Unos tanto, otros tan poco
Es curioso que mientras tanto, tal y como hablábamos esta misma semana, una franquicia tan notoria y exitosa como ‘Assassin’s Creed’ haya decidido en su última entrega, ‘Mirage’, reducir notablemente la extensión del mapa y, con ello, la duración del juego (de las aproximadamente 60 horas de media que suelen tener los títulos tipo sandbox, se pasa en esta ocasión a unas 20). Una decisión contracorriente que está por ver si resulta rentable económicamente (porque posiblemente, los gastos del juego han bajado lo suyo).
Pero lo cierto es que el nuevo ‘Assassin’s Creed’, tal y como contamos en nuestro análisis, es un juego conducido por la historia del protagonista, no un sandbox al uso con elementos roleros, donde la configuración de las habilidades del personaje van dando forma a una historia al gusto del jugador. Eso no suele suceder en los ‘GTA’, donde la libertad total es primordial, y la exploración y el descubrimiento de sorpresas son tan básicos como el esqueleto argumental.
Por tanto, el valor de un ‘GTA’ se incrementa cuanto más extenso sea el mapa y más cosas haya que hacer en él. Aunque proporcionalmente lo que también se incrementa es el riesgo de que abunden las misiones de relleno y el contenido generado para ocupar espacio. Sin duda, el talento de un estudio quedará bien plasmado en su capacidad para llenar cientos de horas con contenido de calidad. Rockstar, por suerte, cuenta con la experiencia de ‘GTA Online’ y literalmente años de generar contenido, misiones y recompensas para su enorme comunidad.
De momento solo podemos conjeturar, pero sería positivo para todos los aficionados a los videojuegos plantearse si no damos en ocasiones más importancia a la cantidad que a la calidad (y eso dando por supuesto, como no puede ser de otra forma, que de calidad ‘GTA VI’ vendrá sobrado). Ya sabéis, esa frase tan odiosa de “por x cantidad de euros me merezco x horas de juego”. En este caso, la cantidad se mide en kilómetros virtuales, pero… ¿es de eso de lo que realmente van los videojuegos?