Cómo es posible que en pleno 2023 sigamos obsesionados con las “mejores profecías” de Nostradamus
Hace unos meses, preparando un reportaje, acabé en un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina. Y cuando digo “pequeño”, digo “pequeño”. Por no tener, Cástaras no tenía ni bar: pero estaba lleno de gente. Todos deseando a que Pura, la curandera del municipio, les ayudara con sus problemas.
En aquel momento me sorprendió, pero al ver estos días las decenas de publicaciones sobre las “escalofriantes profecías” de Nostradamus para 2023 comprendo que lo de Cástaras no es más que una anécdota local de un fenómeno global: medio mundo sigue enganchado a la adivinación y el ocultismo. Y en esto, hay que reconocerlo, Nostradamus no tiene rival. Pero ¿por qué?