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Sony BRAVIA XR OLED A95L, análisis: en la pelea por la mejor calidad de imagen sus rivales lo tienen casi imposible

By Adriana P

November 05, 2023

Tener como predecesor un televisor tan bien afinado como el BRAVIA XR OLED A95K que lanzó Sony el año pasado es un arma de doble filo. Por un lado el punto de partida sobre el que se sostiene el nuevo A95L como heredero del modelo de 2022 es muy confortable si nos ceñimos tanto a su calidad de imagen como a la de sonido. El A95K era muy bueno, y, a priori, su sucesor no debería arruinar sus virtudes.

De hecho, y llega la otra cara de la moneda, el A95L tiene que ser  mejor que su predecesor. Tiene que aportar valor frente al modelo con panel QD-OLED del año pasado. Y no va a tenerlo fácil. Nada fácil. El A95K es por el momento el único televisor al que hemos valorado con un 10 en el apartado de calidad de imagen global. Y lo hicimos porque para nosotros el año pasado ninguno de sus rivales estuvo a su altura.

Fue, y seguimos pensándolo, el televisor con mejor calidad de imagen de 2022. La referencia con la que debíamos comparar cualquier otro televisor prémium. Ahí va un espóiler: hemos podido evaluar cara a cara el A95K y el A95L, por lo que en este análisis averiguaremos si este último ha conseguido superar al televisor estrella de Sony del año pasado.

Sony BRAVIA XR OLED A95L: especificaciones técnicas

Su diseño y su acabado nos parecen impecables, pero tiene un talón de Aquiles

Este es uno de los televisores con panel orgánico más robustos y mejor acabados que he analizado hasta ahora. Basta sacarlo de su caja para percibir que no transmite la fragilidad que rezuman otros televisores OLED, lo que permite manipularlo con más comodidad y sin miedo a dañar la matriz.

Esta mayor robustez, eso sí, es consecuencia del considerable grosor del recinto, por lo que no es tan estilizado como algunas de las propuestas prémium con las que va a competir. En cualquier caso, a mí me parece razonable aceptar este sacrificio si al hacerlo el televisor incrementa su rigidez y resistencia.

Antes de seguir adelante merece la pena que prestemos atención a algo importante: el panel QD-OLED que incorpora este televisor es de segunda generación, por lo que no es idéntico al del modelo A95K del año pasado. Esta matriz ha sido fabricada por Samsung y es capaz de entregar picos de brillo de hasta 2.000 nits frente a los 1.500 nits máximos de los paneles QD-OLED de primera generación.

Además, según Samsung sus últimas matrices orgánicas entregan este nivel de brillo sin degradar el color, tienen una vida útil más larga que los paneles QD-OLED de 2022 y minimizan la probabilidad de que se produzca retención de imágenes estáticas. De hecho, este fabricante nos promete que las matrices QD-OLED de segunda generación son el doble de fiables que las del año pasado. En lo que se refiere a su resiliencia a los quemados y su vida útil aún no hemos podido llegar a una conclusión definitiva, pero, como veremos más adelante, su capacidad de entrega de brillo es sobresaliente.

En la siguiente fotografía de detalle podemos ver que los marcos de este televisor son finos, aunque no tanto como los de algunos de sus rivales (especialmente los modelos prémium de Samsung y LG). Si tuviese que apostar defendería que los ingenieros de Sony prefieren aceptar algunos sacrificios estéticos si al hacerlo consiguen incrementar la robustez del televisor. A mí, honestamente, me parece la estrategia adecuada, aunque entiendo perfectamente que para algunos usuarios la estética es esencial y tiene la capacidad de decantar su elección.

Llegamos a la que en mi opinión es una de las características controvertidas de este televisor. En la siguiente fotografía de detalle podemos ver uno de los dos pies laterales que se responsabilizan de garantizar la estabilidad del panel. Instalarlos es pan comido y están impecablemente mecanizados, así que hasta aquí no tengo nada que objetar. Por otro lado, podemos instalarlos en dos posiciones diferentes para elevar el panel o dejarlo casi pegado a la superficie sobre la que lo hemos colocado (así fue como los instalamos durante nuestras pruebas).

Sin embargo, las versiones de 55 y 65 pulgadas de este televisor nos obligan a instalar los pies pegados a los extremos del panel. Solo el modelo de 77 pulgadas contempla la instalación de los pies en una posición central que permite colocarlo sobre una mesa o un mueble menos ancho que el propio dispositivo. En algunos escenarios de uso esta limitación puede representar un problema.

De hecho, el modelo de 65 pulgadas que hemos analizado es más ancho que la mesa que utilizamos habitualmente para nuestras pruebas, por lo que nos vimos obligados a colocar encima de la superficie de la mesa un tablero ligerísimamente más ancho que el televisor. Podéis verlo en las fotografías que ilustran este análisis. Con toda probabilidad los ingenieros de Sony han tomado esta decisión para garantizar la estabilidad estructural del panel, pero esta limitación puede provocar que algunos usuarios se vean obligados a descartar el A95L.

Por detrás este televisor es casi completamente diáfano. El policarbonato utilizado por Sony para revestir la parte posterior de la matriz orgánica es rígido y de buena calidad, así que no le pongo ninguna pega. Un apunte interesante: en la parte superior central del televisor podemos ver el conector propietario al que podemos conectar la cámara web que esta marca japonesa nos entrega junto al A95L. En la siguiente sección del análisis indagaremos un poco más en ella.

Google TV es una apuesta ganadora

El procesador que se responsabiliza de lidiar con el sistema operativo de Google en este televisor no es el mismo chip de MediaTek incorporado en el A95K del año pasado. En el nuevo A95L Sony apuesta por el SoC Pentonic 1000 de esta compañía taiwanesa, lo que, entre otras ventajas, le permitirá en el futuro procesar juegos con Dolby Vision. Esta prestación desafortunadamente aún no está disponible, por lo que llegará a través de una actualización del firmware.

La faena, y es una lástima, es que este chip mantiene la implementación de únicamente dos entradas HDMI 2.1 que tanto hemos criticado en Xataka en el SoC MediaTek MT5895, que es el que utilizan muchos televisores de años anteriores, como, por ejemplo, el A95K. Eso sí, el procesador Pentonic 1000 mueve Google TV con mucha fluidez y consigue iniciar y cerrar las aplicaciones con una latencia perfectamente asumible. La experiencia que nos ofrece esta plataforma en este televisor es muy disfrutable, por lo que la apuesta de Sony por el sistema operativo de Google me parece acertada.

El A95K del año pasado salió de la fábrica impecablemente calibrado, y este A95L está incluso mejor afinado. He tenido la oportunidad de comparar frente a frente su calibración en los modos más relevantes para cine con la calibración de referencia del monitor profesional TRIMASTER HX 4K BVM-HX310 de la propia Sony, que es uno de los dispositivos de masterización más utilizados por los cineastas durante la postproducción de las películas.

Y, sorprendentemente, las imágenes que nos entrega el A95L cuando lo sacamos de la caja se aproximan mucho a las que restituye este monitor profesional. Quien aun así decida sacar el máximo partido a su panel idealmente tendrá que calibrarlo empleando una sonda y herramientas de ajuste profesional, como el software de Calman. No obstante, en mi opinión este televisor nos permite prescindir de la calibración meticulosa que sin embargo otros televisores prémium sí nos exigen.

En la siguiente fotografía podemos ver qué aspecto tienen los dos mandos a distancia que nos entrega Sony junto a este televisor. El de la izquierda tiene una distribución de los botones tradicional, pero el de la derecha es más estilizado e incorpora un sensor de movimiento que activa la retroiluminación de las teclas cuando lo agarramos. El acabado de este último mando a distancia está un poco más cuidado que el del otro, y, además, incorpora seis botones de acceso directo a Netflix, Disney+, Prime Video, Bravia Core, YouTube y Crunchyroll.

En la siguiente fotografía de detalle podemos ver la cámara que nos entrega Sony junto a este televisor. Este accesorio se llama Bravia Cam, recoge imágenes 1080p y nos propone controlar el televisor mediante gestos e intervenir en videollamadas usando Google Duo. También puede asistir al proceso de calibración del panel, y, acertadamente, incorpora una tapa física que nos permite evitar en cualquier momento que continúe recogiendo imágenes. Es la misma cámara CMU-BC1M que incluyó Sony el año pasado en su anterior televisor insignia. Punto para esta marca.

La calidad de imagen global de este televisor es extraordinaria

Para poner a prueba su calidad de imagen recurrí a algunas de las películas en Blu-ray Disc y Blu-ray 4K que suelo utilizar, entre las que merece la pena destacar ‘El hombre del norte’, ‘Tenet’, ‘El renacido’, ‘La llegada’, ‘Interstellar’, ‘Blade Runner 2049’ o ‘Spider-Man: Lejos de casa’, entre otras. También utilicé contenido de Netflix y YouTube que conozco muy bien, como de costumbre.

La siguiente fotografía del panel la tomé utilizando mi microscopio digital, y en ella podemos ver con claridad la distribución en rombo de los subpíxeles RGB de la matriz orgánica. Este patrón es muy diferente al que emplean los paneles W-OLED que produce LG, y en el que hemos indagado en infinidad de ocasiones en otros análisis, como, por ejemplo, el del modelo OLED C3 de LG.

Un detalle muy interesante que he observado en esta matriz es que la geometría de los subpíxeles es ligeramente diferente a la de los que fotografié el año pasado en el A95K. Los subpíxeles del panel QD-OLED de primera generación de este último televisor son cuadrados, y, como podemos ver, los de la matriz orgánica de segunda generación del A95L son rectangulares. Es posible que en cierta medida la mayor capacidad de entrega de brillo del nuevo televisor insignia de Sony esté vinculada a esta peculiaridad.

Uno de los beneficios derivados de la ausencia en los paneles QD-OLED del subpíxel blanco en el que se apoyan las matrices OLED de LG consiste en que los nanocristales logran reproducir los colores primarios con una mayor pureza. Además, según Samsung la luminancia vinculada a los colores primarios RGB en las matrices QD-OLED de segunda generación es un 130% superior a la de los anteriores paneles.

Este televisor se ve claramente beneficiado por estas mejoras, y en la práctica lo que más me ha sorprendido es la credibilidad con la que reproduce el color y la profundidad de las imágenes siempre y cuando, eso sí, la señal que le entregamos tenga buena calidad.

No cabe duda de que el panel es un componente fundamental en un televisor debido a que condiciona profundamente su calidad de imagen, pero es importante que no menospreciemos la relevancia que tiene el procesado de la imagen. Y en este terreno objetivamente los ingenieros de Sony han hecho un trabajo extraordinario con este televisor. Su capacidad de recuperación de detalle tanto en las regiones en sombra como en altas luces es sobresaliente. El A95K del año pasado era muy bueno en esta área, y este A95L es aún mejor.

No he podido medir con precisión la capacidad máxima de entrega de brillo de este televisor, pero apostaría sin dudarlo que roza los 2.000 nits en una ventana que ocupa el 10% de la superficie del panel, que es lo que nos promete Samsung. Os aseguro que no he echado de menos en absoluto una mayor capacidad de entrega de luz.

Cuando recibe una señal Dolby Vision de calidad procedente de un servicio de streaming, o, mejor aún, de un disco Blu-ray 4K, este televisor se luce. Eso sí, Sony sigue sin implementar la compatibilidad con los contenidos HDR10+, y es una pena. Este televisor tan ambicioso debería ofrecernos a los usuarios una compatibilidad total con los contenidos de alto rango dinámico.

Los paneles QD-OLED de primera generación tienen un brillo residual de solo 158 nits, y estoy convencido de que la matriz de segunda generación de este televisor también se mueve en esta órbita. Esto le permite entregarnos unos negros extraordinariamente profundos y sin apenas contaminación lumínica.

Además, como cabe esperar, este A95L es esencialmente inmune al blooming(es ese defecto que se manifiesta bajo la forma de unos halos que rodean las zonas más iluminadas de cada fotograma), por lo que su rendimiento en aquellos fotogramas que contienen puntos luminosos sobre un fondo oscuro es espectacular.

En la siguiente fotografía podemos ver que la uniformidad con la que entrega la luz el panel QD-OLED de segunda generación es absoluta. De hecho, en esta instantánea parece que está ligerísimamente más iluminada la región central de la matriz, pero no es así. Este efecto ha sido introducido por el trabajo conjunto de la óptica y el sensor de la cámara de fotos con la que hemos tomado esta fotografía, pero en vivo la uniformidad de esta matriz orgánica es total.

La peculiar y muy bien resuelta fotografía de ‘El hombre del norte’ favorece la aparición del ruido de alta frecuencia siempre y cuando el procesado de la imagen no esté a la altura. Pero el de este televisor lo está. De hecho, en mi opinión tiene el procesado mejor afinado que he visto en acción hasta ahora. El ruido de alta frecuencia brilla por su ausencia, y, además, la nitidez con la que recrea los sujetos en primer plano y la precisión con la que los separa del fondo dan a las imágenes una tridimensionalidad impactante.

‘Tenet’ es una opción muy interesante cuando se trata de poner a prueba la capacidad de reproducción del color de cualquier televisor de última generación, y también para evaluar la forma en que resuelve el movimiento. De nuevo este dispositivo ha superado ambos tests con sobresaliente.

La saturación de los colores es impecable por su verosimilitud (su enfrentamiento con el monitor profesional TRIMASTER HX 4K BVM-HX310 del que os he hablado unos párrafos más arriba lo avala), y el movimiento está tan bien resuelto como suele estarlo en los televisores de Sony desde hace años. No tengo nada que objetar en este terreno.

Otra buena noticia: la cobertura antirreflejos que Sony ha puesto a punto para este televisor es fabulosa. Diría incluso que es la misma del A95K del año pasado. En la sección central de la imagen podemos ver un diminuto punto blanco provocado por el reflejo intencionado sobre el panel del flash de mi smartphone. En todos los televisores que he analizado hasta ahora este reflejo provoca un destello de cierta intensidad, pero en este modelo es casi inapreciable.

Durante mis pruebas el consumo de este televisor fluctuó de una manera constante. Es algo habitual en los dispositivos que incorporan un panel orgánico debido a que sus necesidades energéticas varían dependiendo de la proporción de subpíxeles que permanecen apagados en un instante determinado. En cualquier caso, los picos de consumo más altos que he medido se mueven en la órbita de los 335 vatios (la matriz de la unidad que hemos probado tiene 65 pulgadas).

Es una gran opción para jugar, aunque no la mejor del mercado

Para evaluar el rendimiento de este televisor con videojuegos recurrí a nuestra apreciada e imprescindible en estos análisis Xbox Series X y a varios títulos que son muy sensibles a la latencia, como ‘Mortal Kombat X’, ‘Forza Horizon 4’, ‘Gears 5’ y ‘Ori and the Will of the Wisps’. Esta máquina de Microsoft es objetivamente junto al PC la mejor opción para exprimir a fondo las prestaciones con juegos de cualquier televisor de última hornada.

Este es el mejor televisor para juegos que tiene Sony en catálogo. De eso no cabe duda. Y lo es no solo por su calidad de imagen; también lo es por sus prestaciones específicas para este escenario de uso. Confío en que esta marca publique pronto la actualización del firmware que habilitará su compatibilidad con Dolby Vision para juegos. Eso sí, echo de menos, como he mencionado unas líneas más arriba, que todas las entradas HDMI implementen la norma 2.1 porque algunos entusiastas de los juegos tenemos más de dos dispositivos que utilizan esta especificación.

El tiempo de respuesta de los paneles orgánicos es inferior a 1 ms, por lo que son esencialmente inmunes al desenfoque de movimiento (motion blur). Si nos ceñimos a este parámetro se miden de tú a tú con los mejores monitores para juegos, y este televisor no es una excepción. Por otro lado, su latencia de entrada a todas las resoluciones oscila entre 17 y 19 ms a 60 Hz, y se reduce a unos 9 ms a 120 Hz. Estas cifras son muy buenas, aunque no de infarto.

Por último, echo de menos en este televisor, al igual que en el A95K del año pasado, la compatibilidad con las tecnologías de refresco adaptativo G-SYNC de NVIDIA y FreeSync Premium de AMD. En este ámbito los modelos prémium de LG y Samsung marcan la pauta.

Sony ha conseguido hacer magia con el sonido de este televisor

Es injusto defender que todos los televisores modernos suenan mal. El estilizado recinto de los dispositivos LCD y OLED actuales impone unas restricciones físicas que es difícil solventar, pero este televisor demuestra que es posible resolver este desafío. Su sonido es fantástico. Y lo es por varias razones. Una de las más evidentes es que es capaz de entregarnos un nivel de presión sonora muy elevado sin permitir que la distorsión se desmande.

Además, su extremo grave es inusualmente contundente en un televisor; tiene una dinámica muy respetable, y, lo que para mí es lo más importante, reproduce las voces con mucho detalle y consigue separarlas nítidamente del sonido de ambiente y los efectos. Estoy seguro de que Sony ha utilizado algoritmos de inteligencia artificial para obtener este resultado, pero en realidad no importa a qué estrategia ha recurrido; lo que importa es que suena de maravilla. Sigo prefiriendo un equipo de sonido multicanal dedicado, pero os aseguro que este televisor no requiere necesariamente que nos gastemos más dinero en una barra de sonido.

Sony BRAVIA XR OLED A95L: la opinión y nota de Xataka

El año que viene los ingenieros de Sony lo van a tener aún más difícil. Y es que a pesar de lo alto que colocó el listón el año pasado el modelo A95K, el nuevo A95L lo ha superado. Es necesario hilar fino para percibir las diferencias entre uno y otro, pero al enfrentarlos cara a cara en el escenario de pruebas idóneo (con la misma señal de entrada y empleando el mismo modo de imagen) el televisor de este año demuestra su superioridad. No es abrumadoramente mejor que su predecesor, pero está mejor afinado. Y es lo que cuenta.

Más allá de su enfrentamiento con el modelo insignia de Sony de 2022, este A95L se desmarca de los demás televisores que hemos analizado este año por su excepcional calidad de imagen global, su impecable calibración de fábrica, su notable capacidad de entrega de brillo, y también por la credibilidad con la que reproduce el color. Además, como hemos visto, tiene un sonido fabuloso. Y, de propina, la cámara está incluida en el paquete, por lo que no es necesario que nos gastemos más dinero para hacernos con ella (este no es precisamente un televisor de precio asequible).

No obstante, no es perfecto. Y lo curioso es que las pegas que me veo obligado a ponerle son las mismas que me han dejado un sabor de boca agridulce al analizar los televisores de Sony de años anteriores. Ahí van: no procesa contenidos HDR10+ y solo dos de las cuatro entradas HDMI implementan la norma 2.1. Es una lástima. De no haber tenido estas carencias rozaría la perfección. También me habría gustado que los pies pudiesen colocarse más juntos para que su instalación fuese menos restrictiva. Aun así, estas carencias no pueden empañar el gran trabajo que ha hecho Sony con este A95L. El A95M el año que viene no lo va a tener difícil. Lo va a tener dificilísimo.

Este televisor ha sido cedido para este análisis por Sony. Puedes consultar nuestra política de relaciones con las empresas.

Más información: Sony

– La noticia Sony BRAVIA XR OLED A95L, análisis: en la pelea por la mejor calidad de imagen sus rivales lo tienen casi imposible fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos López .