El consejo de administración de OpenAI decide despedir a Sam Altman, seguramente bajo la expectativa de un futuro mejor para la compañía. Tres días después, un terremoto cada vez más difícil de controlar pone en riesgo el futuro de toda la empresa y nadie sabe en qué situación estará mañana. No solo es su reputación: sus finanzas también se tambalean.
Los inversores estudian demandar al consejo. Tras el despido de Altman y el éxodo de empleados que ello provocó, incluyendo algunos roles clave y el absurdo escenario de contar con tres CEOs en tres días, los inversores de OpenAI están estudiando la posibilidad de demandar al consejo, según adelanta Reuters, barajando sus opciones junto a asesores legales.
No obstante, esa misma fuente, a través de Paul Weitzel, profesor de derecho de la Universidad de Nebraska, explicó que resultaría muy complicado que esta demanda llegara a buen puerto, pues las empresas tienen la suficiente manga ancha a nivel legal como para tomar decisiones como esta, aunque luego resulten contraproducentes.
Cientos de millones de dólares. Es la cantidad que pueden perder esos inversores por las consecuencias de ese despido. La que era posiblemente la startup más prometedora del mundo desde noviembre de 2022 y había pasado su producto para el usuario final a un modelo freemium bajo suscripción, una de las figuras más atractivas para inversores, sigue en un tsunami al que todavía le queda tiempo para calmarse.
Un 80% de apoyo a Altman. De los aproximadamente 700 empleados que tiene OpenAI, un número creciente que ya supera los 500 ha firmado la carta que exige el regreso de Altman o la disolución del consejo de administración. Un ejemplo de inestabilidad sin igual que espanta a los nuevos inversores. Los inversores que ya tenía OpenAI valoran demandar al consejo. ¿Qué ocurre con los inversores potenciales? ¿Quién mete su dinero en una empresa alzada contra su consejo porque extraña al CEO que han despedido?
La influencia de se 80%. Tal y como se encargaron de repetir sus empleados en Twitter, “OpenAI no es nada sin su gente”. No es una simple frase hecha: Minor Myers, profesor de derecho de la Universidad de Connecticut, dijo a Reutersque sus empleados tienen más poder de influencia que la de los inversores que ayudaron a financiar la creación de la empresa.
Esto es una consecuencia del principio fundacional de OpenAI: “Nuestra misión es garantizar que la inteligencia artificial general beneficie a toda la humanidad” y otras frases similares pueden encontrarse en su web corporativa. Y eso que la vocación open con la que nació ha ido cuestionándose a medida en que encontraba un modelo de negocio para un producto revolucionario.
La operación que se tambalea. OpenAI estaba finalizando los preparativos de una oferta pública de acciones para que sus empleados pudieran deshacerse de ellas a cambio de unos suculentos ingresos. Ese movimiento está en peligro, y con él, la valoración que iba a suponer para OpenAI, de 86.000 millones de dólares.
Atención desviada hacia Microsoft. El fichaje de Altman por la compañía liderada por Nadella, unida al porcentaje de OpenAI que mantiene tras su inversión a principios de año, hace mucho más atractiva la posición de Microsoft. También desde el punto de vista del inversor. Mantienen su liderazgo en nube y entornos corporativos, son la segunda empresa más valiosa del mundo en capitalización bursátil solo por detrás de Apple, rozando los tres billones de dólares… Y ahora tienen a Altman alineado directamente con sus intereses.
Imagen destacada | Xataka con Midjourney.
– La noticia OpenAI era la nueva gallina de los huevos de oro de la industria tech. Su crisis ya está espantando a los inversores fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .