Desde que las chinches comenzaron a convertirse en una plaga en París, el resto de Europa ha seguido con atención y cierta alarma la evolución de esta infestación. Ante la situación muchos europeos se preguntan hasta qué punto está justificada esta alarma.
Todo empezó en París. Las primeras quejas por la proliferación de estos insectos se dieron a finales de septiembre en París. Desde entonces se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que el aumento de los casos en la capital francesa se tradujeran en una plaga en toda regla que se extendiera por Europa.
Un incordio, pero no un peligro. Antes de nada, quizás sea conveniente aclarar algunas generalidades sobre este molesto insecto. Por chinches solemos referirnos a la chinche común, también llamada a veces chinche de cama (Cimex lectularius), aunque también se utiliza la palabra chinche para referirse a otros insectos de la familia Cimex (e incluso a insectos no relacionados y que no se alimentan de nuestra sangre, como la chinche del pino o el chinche apestoso).
Las chinches son insectos parasitarios, hematófagos (es decir, se alimentan de sangre) especializados en atacarnos a los seres humanos, por lo que tienden a proliferar en ambientes densamente habitados como las ciudades. Tienen un tamaño de entre 4 y 7 milímetros de longitud y no cuentan con depredadores naturales, por lo que pueden expandirse con relativa facilidad. Su ciclo biológico se prolonga, según las circunstancias ambientales, entre cinco y 10 semanas.
Aunque su picadura resulte molesta, no se tiene constancia de ninguna enfermedad zoonótica transmitida por estos insectos. Sus mordeduras causan hinchazón y molestia pero suelen desaparecer tras unos días. Estas mordeduras pueden generar, eso sí, complicaciones como reacciones alérgicas en algunas personas.
Nunca se fueron del todo. Aunque se han detectado casos de chinches tanto en España como en otros países, no hay constancia de que estos casos puedan trazarse al brote parisino. Y es que las chinches nunca se fueron.
Receta para una alarma. Existen varios factores que pueden haber contribuido a esta situación. El primero es un verano más largo de lo habitual. Las chinches son insectos que proliferan en verano, periodo en el que tienen más facilidad para reproducirse. El verano de 2023 puede haber sido el más caluroso y el hecho de que las altas temperaturas comenzaran en primavera y se hayan prolongado hasta octubre puede haber sido un factor relevante.
El verano no solo trae calor, sino que también es la estación en la que viajamos más. La pandemia supuso un parón no solo para viajes internacionales, limitó incluso los viajes dentro de las fronteras de los países. Las chinches viajan a menudo en nuestras maletas entre hoteles y residencias. A más viajes y más destinos, más posibilidades de transmisión.
Finalmente, algunos expertos señalan la limitada capacidad de los pesticidas para solventar este problema. Algunos señalan que las chinches podrían haberse ido haciendo cada vez más resistentes. Otros sostienen que la prohibición de insecticidas como el diclorodifeniltricloroetano (DDT), un insecticida capaz de exterminar plagas pero cuyos efectos nocivos se extendían a otras especies animales e incluso a los humanos, puede haber agravado el problema.
Un último ingrediente. Las redes sociales han jugado un papel determinante en permitir que la alarma se extendiera con más facilidad que los insectos. Las imágenes de las chinches en hogares, hoteles y en el transporte público se multiplicaron a comienzos de este mes, sin duda contribuyendo a esta sensación de alarma.
Nuevas invitadas. La chinche común no es la única chinche en Europa. Desde hace dos años tenemos constancia de que la chinche tropical (Cimex hemipterus) habita nuestros lares. A diferencia de la chinche común, los expertos creen que su pariente tropical sí puede transmitir patógenos como Bartonella quintana y Trypanosoma cruzi, o enfermedades como el Chagas.
Como el caso de algunos mosquitos, el cambio climático está facilitando la llegada de estos vectores a nuestras latitudes.
Precauciones y consejos. Las chinches son pequeñas pero visibles al ojo humano, del tamaño aproximado de la semilla de una manzana. Cuando habitan en sábanas y colchones suelen dejar además pequeñas manchas negras producto de sus excrementos, así como manchas rojizas cuando mueren aplastadas tras haberse alimentado.
Una precaución fácilmente implementable es la de no dejar las maletas sobre las camas cuando volvemos de viaje, así evitaremos dar facilidades a los insectos para saltar entre nuestra ropa y las sábanas.
Si tenemos sospecha de poder haber estado en contacto con este insecto, será recomendable lavar nuestra ropa en un ciclo caliente de la lavadora (50-60º Celsius), y en el caso de las sábanas podemos también usar una secadora para también acabar con posibles huevos.
Imagen | Adam Cuerden / Ryan Kwok
– La noticia Cuánto hay de real y cuánto de alarmismo en la plaga de chinches que amenaza a las ciudades españolas fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .